- ¿Dónde coño está el niño?
- No lo sabemos... - respondió el guardamarina.
- ¿Qué coño os pasa? - gritó el capitán, usando otra vez su palabra favorita -... sois todos una panda de maricones...
- No lo sabemos... - respondió el guardamarina.
- ¿Qué coño os pasa? - gritó el capitán, usando otra vez su palabra favorita -... sois todos una panda de maricones...
Silencio, todo un montón de hombros peludos se elevaron al unísono para volver a bajar de golpe. Entre aquellas cejas pobladas y caras tostadas por el sol no había el menor sentimiento de culpa por haber "olvidado" al grumete.
Ese chico era la mala suerte, ¿para qué lo quiere un barco antiguo que se conserva a flote porque perdío una apuesta con el tiempo? Una población de ratas arriba y abajo, con sabor a agua salada y olor a orín de muchos días pasados. El niño trajo las tormentas, las rocas invisibles de punta afilada, se metió en la mochila las disputas entre los de popa y los de proa... como si pensar que verlo antes o verlo después modificaba lo que se veía.
Además no paraba de reirse, todo el tiempo se mantuvo junto al mascaron con los ojos abiertos y una sonrisa en los labios, buscando algo nuevo que dibujar en el cuaderno de cuero que al parecer le regaló su padre antes de cerrar los ojos por última vez... nos hizo dudar, como si el que todo nos aburriera fuera culpa nuestra y no del agua que siempre es igual, que siempre moja y se marcha para dejar sabor a ropa usada.
-Capitán, ese niño era la mala suerte...
- ¿Qué? - cara de sorpresa bajo sombrero negro de ala ancha.
Sólo nos trajo problemas, hasta cruzar el estrecho se hizo difícil, ¿cuando se ha visto que allí alguien se preocupe por lo qué pasa?.
- Sí, el niño era la parca con sonrisa recién estrenada.
Así que desapareció en el último puerto, le dejamos dormido en el regazo de una profesional de la vida nocturna. Para que le dijera que la vida le daba una segunda oportunidad y que ésta comenzaba con el paso a la edad adulta.
- No lo encontraremos.
Que aquí, sobre la madera de este barco, ya no quedaba espacio para sus jodidos dibujos y sus absurdas sonrisas.
"... no es el dibujo lo que importa, Miguel, lo importante es la mano que ve lo que has de dibujar..."
0 Respuestas:
Publicar un comentario