"Dice siempre el que no quiere oir que las palabras se las lleva el viento, que tarde o temprano perderan una batalla perdida, recogeran sus bártulos y se irán para casa. En su camino de vuelta pasearan por los rincones de lo que no se tiene en cuenta y simularán descubrir las cosas más pequeñas en los lugares más grandes, como aquella mesa camilla que todos tenemos en nuestra casa, donde reposan los codos del que llega cansado porque todo lo que tenía que decir se ha marchado de paseo, lugar de platos llenos durante un tiempo...
Palabras que se lleva el viento, que lanzan pequeños disparos de no sé donde estoy, tampoco hacia donde voy. Por eso a veces el que no escucha se mira los zapatos, para poder pensar que si no tiene en cuenta lo que le rodea al menos posee sobre sus pies dos, o tres, elementos bien pensantes...
Pues andar para el que no oye es decir la frase más larga sobre el papel más duro.
Siempre le dijeron eso."
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