viernes, diciembre 31, 2010

2011 trae un cambio

Con esta entrada hago tres cosas:
  1. Os felicito el año nuevo.
  2. Os doy las gracias por haber estado ahí, leyendo lo que escribo y haciendo sentir que mis letras no se "pierden".
  3. Os comunico que en el año 2011 publicaré cada 3 días.
Las dos primeras resultan agradables: es de recibo felicitar y agradecer.

La tercera me duele, sin duda.

Actualmente dispongo de menos tiempo para escribir y prefiero hacerlo bien (o intentarlo) que dejar por ahí historias que no merezcan la pena.

Así que ahora cada 72 horas "no pasará nada".

En plan película de acción.

Nada más.

Y nada menos.

miércoles, diciembre 29, 2010

Mozart



- La música mató al sonido - dijo Mozart segundos antes de cerrar sus oídos.

lunes, diciembre 27, 2010

El codo, el hombro, el cuello y la cara

La mano, en primer plano, firme, se desplazará de atrás hacia delante (casi recta) y soltará la hostia como se tira una piedra.
El que la reciba, señor mayor de ojos pequeños que son casi cicatriz entre tantas arrugas, cerrará los párpados y asumirá su culpa. Apenas durante unos segundos, unos mínimos instantes, lo suficiente como para que haya verdad en su gesto. Después dará un paso atrás, asumiendo, y sin decir nada, regresará con la cabeza gacha al sitio del que ha venido.
Después vendrá ella.
Debemos intuir en él, por el carraspeo incómodo que dejará escapar, cierta incomodidad. Será una reacción claramente anómala que nos guiará a pensar que de algún modo está haciendo daño por conspirar contra algo superior a él.
Culpable.
Debemos sentir que es culpable.
Ella se situará frente a él, casi rozándole, mostrando descuidada bajo la falda una de sus rodillas, da igual cual de ellas, insinuándose así antes de recibir.
A continuación veremos describir un arco a la misma mano que inicio el relato. Ésta ya no será firme. Ahora será una mano temblorosa, de uñas descuidadas, con el perfil de alguien que padece por hacer su trabajo.
Alcanzará el rostro de la mujer y le dará también una hostia.
Ella no cerrará los ojos. Ella le mirará. Ella dibujará una mentira que no es suya en esa mirada.
Girará sobre sus tacones, que retumbarán en el edificio, y saldrá de allí sin dar la vuelta en ningún momento.
Volveremos a la mano y observaremos tras ella el codo, el hombro, el cuello y la cara del protagonista.
Estará llorando.
Con el monaguillo a su lado mirando extrañado. No entenderá nada.
Con el sacristán preguntándose (los brazos hacia el cielo) qué leches le pasa al señor cura.


sábado, diciembre 25, 2010

Feliz Navidad


"La Navidad se agota
al decir su última letra.

Mentira que fluye de sonrisa falsa a sonrisa floja.

Quizá debamos guardarnos esa palabra.

Para cuando vengan "mal dadas" y no queden muecas para disimular.

Por si las moscas..."

jueves, diciembre 23, 2010

De qué hablamos cuando hablamos de amor

Ella con las manos sucias, el líquido blanco y viscoso entre sus deditos.
Él tirado en el suelo, con la cabeza sobre el parquet, extasiado como perro tras conseguir su hueso.
Sólo han sido jadeos para los que están al otro lado de la puerta dice ella.
Por fin, dice él, dejando saliva en la comisura de sus labios.
Está seco de tanto respirar con la boca abierta, concentrado en llegar a tiempo, en disfrutar de esos segundos que le rompen el cuerpo en pedazos. Ella y él invisibles para la humanidad pero propietarios del genuino disfrute atribuible al ser humano.
Los dos se observan y ven piel consumida, casi plástico. Segundo que pasa es segundo que los convierte otra vez en dos objetos distanciados.
La puerta se abre y entra la niña.
Los pilla desnudos y, con la sorpresa, suelta una carcajada.
No recuerda haberlos dejado con esa postura. Coge por eso al muñeco y lo lanza contra el sofá.
Por malo.
A la muñeca la toma del pelo y la pone ante sus ojos. Le saca la lengua y, por curiosidad, lame la cosa blanca que gotea del final de sus brazos.

martes, diciembre 21, 2010

Críos

Era perfecta para nosotros.
Tenía tres hernias lumbares y la columna torcida como la torre de la iglesia. Sostenía la cabeza a duras penas, danto tumbos sobre el cuello como la campana al dar las horas. Parecía hacer incluso “tolón-tolón” al caminar.
La echamos de menos.
Extrañamos esos andares rotos y esas manos retorcidas hacia dentro, como intentando agarrar sus propios hombros mediante un abrazo raro, curvo y siniestro.
Nos gustaba lanzarle fruta mientras la insultábamos.
Ciruelas, mandarinas y algún que otro melón pasado eran balas perfectas. En verano la plaza se convertía en un campo de tiro con ella como diana.
Ahora que ya no está necesitamos un sustituto y es difícil encontrar a alguien que reciba los golpes sin rechistar. En una semana tendrá lugar el vencimiento del plazo y si no aparece otro igual habrá que solucionarlo. Es obvio que si no existe estaremos obligados a fabricarlo.

domingo, diciembre 19, 2010

viernes, diciembre 17, 2010

Batalla


El miedo y la alegría disfrutan de la batalla.
La alegría sangra sonrisas.
El miedo suda lágrimas.

miércoles, diciembre 15, 2010

Freno de mano

Las manos sobre el freno de mano. Con gotas de sudor cayendo, deslizándose como río diminuto, sobre la piel fría. Su corazón latiendo para escapar del tórax, asco de ser parte de ese amasijo de carne, huesos y culpa que bajo el uniforme azul ve pasar las estaciones.
Se escucha el chillido de los frenos al parar y se escucha el siseo de las puertas abriéndose y cerrándose. No hay salvación para el cuerpo ahí sentado, sobre la banqueta roja que no puede girar para hacerla más baja. Mantiene el cuello rígido, la nuez apoyada sobre la soga, como haciendo tope y guía para lo que debe ocurrir.
Nadie a través del cristal se fija en el hombre que dirige el tren. La gente lee el periódico, escucha música o evita la mirada de otros enterrando sus ojos en el reflejo de los cristales del vagón.
El conductor no tiene más que hacer, no hay próxima estación. Quizá la vida fuera del metro sea otra vida. Quizá sea el Sol lo que falta y lleven razón todos los psicólogos que han hecho casa en las profundidades de su mente.
No quiere más túneles con raíles. Deja caer la palanca y el humo borra la oscuridad convirtiéndola en nube. El tren se detiene. Los pasajeros son un magma de gritos y miedo. La cuerda oscila en la cabina del conductor y queda quieta. Nada la mueve.


lunes, diciembre 13, 2010

Conciencia


El hombre solo tenía tanto frío por dentro que no se pudo abrigar ni el día más caluroso del año.

sábado, diciembre 11, 2010

A imagen

Desde lejos se ve bien el fracaso del hombre.
A imagen.
A semejanza.
A distancia.
No puedo más que echarme a reír y hacer que el tiempo fluya. Como río sobre montaña que me sale sin querer.
A veces salpimento con un poco de sangre, un poco de ira, un poco de envidia. No hay nada como la envidia. Debe ser que como nadie puede ser como yo todos quieren parecerlo.
Es increíble lo que les gusta parecer. Disfraz que siempre se delata por la nuca o por la espalda.
La verdad es que entretiene esto de mirar siempre hacia abajo. Por encima sólo las estrellas.
Me angustia pensar qué voy a hacer cuando el crío baje de nuevo las escaleras y se mezcle con ellos.
Será el final y todo eso.
El pobre tiene verdadero miedo a que llegue de nuevo el día.
Menuda cruz le espera.
Y nunca mejor dicho.

jueves, diciembre 09, 2010

Cabriolas

“Recuerda a papá que baje la tapa”. Repetía mi madre como un mantra. Desde la puerta de la calle, antes de ir a comprar. “Recuerda a papá” soltaba. Ella murió después de tanto tiempo juntos que hasta se pegaron el Alzheimer.
Los dos quietos como estatuas. Siempre dispuestos para las cabriolas de sus nietos. Mirándoles todo el rato, vacíos y ensimismados.
Ella murió y dejó a mi padre pegado al sillón. Capaz sólo de ir al baño y mear haciendo círculos con la tapa siempre subida.
Hoy cuando he oído el golpe no me ha sorprendido lo que he visto.
Algún día, tenía que hacerla caso.

martes, diciembre 07, 2010

Moda


El maniquí observa la gente pasar.
Tal vez no sea el único que vive atrapado en un escaparate.

domingo, diciembre 05, 2010

Punto final y suspensivo


"La última vez que viví estaba muerto".

Epitafio certero, y paradójico, del añorado conde Drácula.

viernes, diciembre 03, 2010

Tabaco negro

El comisario observaba a sus compañeros en el umbral de la puerta. Aplicaba sobre ellos esa mirada dura, nada tras la cortina, que solía usar con los delincuentes más débiles.
Abandonó la comisaría tirando la placa sobre la mesa del novato. La dejó boca abajo, haciendo equilibrio sobre la punta de una de las estrellas.
Le observaron por la ventana, viéndole marchar entre gotas de lluvia haciendo cárcel para un hombre libre. No giró el cuello. Nada de melancolía en el tranco de unos zapatos gastados de tanto correr tras sombras que huyen.
En la mesa del despacho una caja de cartón con todo lo que no se debía llevar. Ahí dejó sus informes, la agenda de teléfono, sus tarjetas, la llave de la taquilla y un par paquetes de tabaco negro. Esto último extrañó a la secretaria. Él parecía alimentarse del humo oscilante que abandonaba sus dedos al fumar.
Cuando el armero acudió a por la pistola no encontró más que una bandolera vacía y un papel amarillo doblado en el recoveco de piel para el arma. Con trazo fuerte el comisario explicaba el porqué de su marcha y el inaudito abandono de los cigarrillos. Estaba claro que para fumarse lo que le quedaba de vida necesitaba otras cosas.
Aunque fueran sus últimas balas.

miércoles, diciembre 01, 2010

Finales

Y entonces está muerto.
Aquello que creía real es mentira, no ha pasado nada. Todo es producto de una mente que muere y sus neuronas enviando señales de humo para ver si así se salvan de la quema.
Mejor lo dejo vivir.
Que despierte después de un coma. Que abra los ojos justo cuando le van a desconectar del respirador. Moviendo primero la mano, al escuchar el último te quiero de su mujer, con la familia llorando alrededor mientras piensa en la magnífica herencia que deja.
O, esta es buena, que sea el único superviviente de un accidente de coche en el que toda su familia fallece.
Él lo ve todo porque sale despedido a través del cristal y cae sobre una mullida alfombra de césped recién cortado. Sólo puede llorar en la distancia mientras arruga la nariz para evitar el olor a pollo frito.
Demasiadas dudas, no lo tengo claro.
Puede que lo razonable sea dejar de inventarme qué es lo que puede pasar y dejar que pase.
A lo mejor me pilla de sorpresa.
Eso sería magnífico.



ATRAPAPALABRAS
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