sábado, febrero 26, 2011

El matemático

Con diez dedos sobre las dos copas el matemático de bocas replicadas desplaza en el aire el brebaje. A su lado la gente duplicada no para de emitir ruidos estridentes, palabras extrañas. Ondulan en paralelo a su paso y él camina entre adoquines formando cubos con farolas apostadas en la calle como porterías de fútbol sin larguero.
No es tan tarde como debería y la calle aún está llena de caminantes de cuatro piernas que le dificultan avanzar río arriba. Los coches, a modo de naves espaciales, dejan un borrón luminoso al deslizarse sobre el asfalto. El paso de cebra como escalera mecánica en horizontal y cada escalón, cada bordillo, como cordillera en miniatura.
El primer vómito le sabe ácido y mancha las cuatro puntas de sus cuatro zapatos. Con el segundo saborea el tequila que pende de un hilo de saliva desde su lengua.
Reconoce al señor de dos cabezas que siempre le pide dinero sentado en un taburete. Está cerca de casa y comienza a buscar las llaves en uno de los tres bolsillos y medio de su pantalón. Le resulta difícil articular sus dos índices derechos con sus dos dedos gordos derechos para hacer prensa en el agujero negro de sus vaqueros.
El portero se acerca caminando como una araña, ocho extremidades negras le cogen bajo los brazos izquierdos y lo depositan en el interior del ascensor. Siente nauseas al elevarse.
Introduce la llave después de diez intentos y cuatro arañazos a la madera. Da un par de vueltas al girar el pomo de la puerta y entra en la casa boca abajo. Se quita los zapatos tirándose en el techo. Cae en la cama centrifugando su cabeza sobre la almohada, las cuatro manos agarrándose a las sábanas y los cuatro párpados cerrándose fuerte para no perderse en la espiral áurea de su cuarto. El alcohol emana de su piel y difumina los límites de su cuerpo como en una nebulosa.
El matemático cae dormido e inicia oposiciones para resaca. Al despertar todo se habrá dividido entre dos. Su vida será la mitad sin ella y él tenderá a infinito como múltiplo de nada.


miércoles, febrero 23, 2011

En aquellas circunstancias

- Le cobran en aquella fila de la izquierda, si no le importa.
Y no le importó. Entre la muchedumbre era uno más entre muchos. Avanzó con el pedazo de carne secándose entre los dedos y la paciencia al límite. Llegó su turno y entregó el bono para la ración; el último del taco que le dieron al entrar.
- No tengo más – dijo al soltarlo.
Abandonó la línea preocupado por conseguir nuevas raciones y decidió cambiar de nombre para probar en la fila de la derecha, la de las estrellas amarillas.
En aquellas circunstancias lo más lógico era llamarse Abraham.

domingo, febrero 20, 2011

Boina verde

Tres botes de cerveza con alcohol, las manos temblorosas, un pedazo de queso manchego, los dedos frágiles, un pan de pueblo, horneado en el centro de Madrid, y una boina verde calada hasta las cejas que oscila con el vaivén de unos ojos llorosos de tanto haber visto. Esperando de pie en la cola para pagar, detrás de una señora y delante de un joven de barba recortada que ha comprado vino tinto para una comida imaginaria.
El anciano deja la compra sobre la cinta de goma y sitúa con un golpe seco la barra de metal que separa lo que va a pagar de lo han elegido los que le emparedan con sus cuerpos. Las manos rígidas, limitadas por una artrosis sonora, y los codos desplegándose como pequeñas grúas oxidadas hasta dejar todas las cosas sobre la superficie que comienza a desplazarse. Paga sacando las monedas una a una y no deja que nadie le meta prisa en su búsqueda por el último céntimo. Las bolsas de plástico aparecen como castigo, y termina por abrirlas llevándoselas a la boca, soplando el borde con los labios pegados bañando con una pequeña lluvia de saliva el pelo cardado de la dependienta.Mete el queso, mete el pan y mete dos botes de cerveza. El tercero se le escurre y cae al suelo. No se rompe y el anciano intenta cogerlo antes de que empiece a rodar hasta un lugar inalcanzable para sus paso lentos y sus rodillas de imitación.
El pie del joven aparece entonces al rescate y detiene el cilindro con el canto interno de sus zapatos. Se agacha, sonriente, y le devuelve al señor su cebada. Este se le queda mirando, bajo la boina verde, como un marine en la trinchera, y niega con la cabeza. Abandona la tienda dejando la mano joven, las piernas ágiles y el rostro sorprendido mirando su espalda.
- No se beberá esa cerveza - comenta la dependienta mientras cobra la botella de vino. - Ayudarle es la única forma de quitarle las ganas.

jueves, febrero 17, 2011

Señorío

Puro en mano, peinado a gomina y corbata con el nudo en el cuello a modo de horca. Caballero que camina con punta, tacón, como si la acera fuera asfalto para su señorío. Periódico bajo el brazo, olor a tinta negra y noticias oscuras que envilecen su forma de ver el mundo. Ideas las suyas, las únicas, que miran por encima del hombro, a unos centímetros de la podredumbre mental que parece poblar la cabeza del hombre común hoy en día. Su aliento crea nubes minúsculas alrededor dejando un olor amargo que le permite miradas húmedas a jovencitas demasiado frescas como para ser nietas de nadie.
Se detiene en el paso de cebra como el torero antes del paseíllo. Firme. La barriga plana, rompiendo costillas por dentro y crujiendo las vértebras con el esfuerzo roto de unos músculos tensados como cables de acero oxidado. La calle, torrente para su paseo matutino, le permite sentar cátedra en silencio hasta alcanzar la barra del bar donde tomará su café. Se sienta dejando la mano abierta sobre la encimera de mármol, haciendo brillar el anillo de boda. El camarero le pregunta qué desea y se sorprende al imaginar su cuerpo desnudo abrazándole. Pide un café y queda en silencio maldiciendo su mala suerte. Creyó estar totalmente curado de esta costumbre suya tan tonta de enamorarse.


lunes, febrero 14, 2011

Harapos andantes

El mendigo y el vagabundo se encuentran frente a frente en la acera. Adoquines estrechos, charcos junto al bordillo y pequeñas piedras rellenando los grietas. Caminan el uno hacia el otro como dos vaqueros en OK-corral, aceleran el paso y su aliento es el vapor de un tren de mercancías a todo trapo. Uno amenaza disparando saliva mientras tose y el otro se parapeta tras un ácido olor a podredumbre que genera alrededor una burbuja amarilla de inmunidad.
Los dos, harapos andantes a la carrera, se atraviesan el uno al otro con un siseo.
No hay golpe, no hay daño, no hay vísceras ni sangre. Nadie se percata alrededor y continúan el paseo hasta su casa bajo el puente, hasta su banco de madera bajo un árbol sin podar.
Inmunes en la muchedumbre juegan a ser fantasmas.
Vagabundo y mendigo.
Transparente e incorpóreo.
Mañana, en nuestras narices, volverán a chocar.



viernes, febrero 11, 2011

Abuelo y nieto

Abuelo y nieto se meten muy temprano en el coche, en esas horas en las que noche y día se unen entrelazando sus sílabas. Hacen los primeros kilómetros en silencio, el mayor imagina una serpiente gris como carretera y el pequeño disfruta del paisaje como regalo. Señala cada casa e intuye en la distancia su destino. Se detienen en la gasolinera del primer pueblo de la nacional. Comen un cochinillo muy pequeño, encogido en la cazuela de barro como si tuviera frío. El abuelo le permite descubrir al nieto la unión de un buen tinto y cualquier pedazo de carne. El niño arruga los labios al sentir sobre su lengua el golpe ácido, dulce, fuerte y afrutado de la bebida hasta ese momento exclusiva para padres.
Vuelven al coche y completan el camino hasta la vieja casa de ladrillo blanco y tejas negras. Esquivan piedras, vacas, gallinas y un par de pastores que alzan la garrota al verlos pasar. La puerta de madera se queja al abrir dejando escapar del interior ese olor a cerrado que sólo se cultiva en las casonas de pueblo. El nieto sale disparado hacia la chimenea tropezando con todo lo que se encuentra hasta llegar a ella. Entretanto el abuelo echa otra vez el pestillo y entra en su habitación. Allí se quita la ropa poniéndose cómodo.
El crío irrumpe tambaleándose en el cuarto y le tira del brazo para que vaya con él. Su abuelo sonríe invitándole a otro trago de la botella de vino. Cuando el niño cae junto a sus pies enciende la luz y hace cuidadosamente la cama. Coge a su nieto en brazos para dejarlo sobre las sábanas. Después le desviste. Se estremece al recordar que él también estaba borracho la primera vez.

Dogmas vs Microrrelatos. 14. Prohibida la melancolía.


martes, febrero 08, 2011

Ni una arruga en las costuras

La mujer de la limpieza plancha la ropa dejándola lisa, perfecta, ni una arruga en las costuras. Pasa la aspiradora, con cuidado de no tocar las cortinas. Lo mueve todo y todo queda de nuevo en su sitio. Friega sin apenas agua, con poco jabón, para cuidar el parqué. Hace el baño en un momento, sincronizando manos y pies en un molinillo que limpia. Apenas inspira tres veces para no quemarse la nariz con el olor a lejía. Antes de irse friega los platos y seca los cubiertos de plata con algodón. Escupe las tazas con precisión, para que la saliva abrillante los remates dorados. Cierra la puerta y se marcha hasta el día siguiente. Ya son muchos años haciendo bien su trabajo.

sábado, febrero 05, 2011

Superficie firme


La sirena, preocupada por mantener su estatus de única e irrepetible, engañó cruelmente a la ballena.
- Salva un príncipe en Japón si quieres pisar superficie firme - le dijo.
El cetáceo nadó y nadó. Ansiaba un bello cuerpo de mujer y unos pies ligeros para correr sobre la arena.
Allí los japoneses, con gran destreza, hicieron cumplir la promesa.
La hicieron trozos pequeños.
La pusieron sobre una firme mesa.

miércoles, febrero 02, 2011

Golosinas

No hacemos recibo. Esto es un pacto invisible que se firma con palabras, dinero y visitas mensuales obligadas mediante abono. Hoy no sé si hay alguna libre, después de las fiestas esto se llena, un montón de gente tiene que “descargar”. En el caso de que no haya sitio ahora mismo, como puedes imaginar tenemos menos recambio que un hotel, puede esperar en el banquillo de madera. Le vigilaremos. Si no quieres que espere, porque te da pena, búscate otra. En el caso de que se alargue mucho la cosa tenemos una máquina de golosinas y otra de gaseosas, para que no se nos muera antes de empezar. Eso no estaría bien.
Es casi todo, lo demás ya lo iréis viendo.
El pago siempre en efectivo, por cierto.
¿Aceptas?
¿Sí?
Bienvenidos entonces.
Estoy seguro de que tu padre disfrutará en nuestra residencia.


ATRAPAPALABRAS
"Un blog de microrelatos y poesía. Alberto García Salido es su autor. Especialista en relatos de cien caracteres, sólo cien. Y las fotos son muy buenas..."

DIARIO DE DÍAS RAROS
"Gracias a Alberto García Salido, "No pasa nada de nuevo...", Por mostrarme su magnífica obra..."

ASAMBLEA DE PALABRAS
"... es el blog que edita, desde algún lugar de España, Alberto García Salido. Sus textos tienden a la brevedad, ya sean poéticos o narrativos..."

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