lunes, mayo 30, 2011

El profesor

El profesor dice nombres como si escapara en sílabas la tabla numérica. Los niños y niñas, en silencio, alzan la mano a toda velocidad. Saben que no estar es no ir de excursión.
El viaje transcurre entre voces chillonas, un par de vómitos y la cabeza como un bombo del conductor. Una parada para que todos hagan pis y otra parada para que los mayores se tomen un café bien cargado.
Los alumnos, pequeños seres descontrolados, corren por el campo como si alguien les hubiera inyectado vida en las venas. Los árboles son cabañas, las piedras armas y las flores excusa para elegir entre la duda. Orbitan entre vacas, toros, insectos y un par de salientes mal señalizados.
Termina la visita y el autobús regresa puntual. Los niños se dejan llevar por el sueño y caen rendidos sobre el gris de los asientos. Nadie canta y nadie protesta. No hay paradas y el atasco de entrada a la ciudad se convierte en motivo de un par de "cuando llegamos" que no pasan a mayores.
Al llegar el profesor toma la lista y repite los nombres. Los críos ya no corren en alzar la mano y algunos se anticipan al ser ya conocedores del orden alfabético. Entre cierta confusión los asientos se vacían y se despeja de mochilas el maletero.
La calle del colegio queda desierta y el profesor, cansado de tanto niño, se dirige a su coche. Entonces siente que alguien le toca la espalda.
- Falta mi hijo - escucha.
El profesor saca la lista. Tras unos segundos y un gesto de sorpresa responde a la madre.
- Lo siento, según esto ya no estaba esta mañana.
Después da la vuelta mientras suspira.
Está deseando regresar a casa.

viernes, mayo 27, 2011

Juguetes

- ¿Puedo quedarme con sus juguetes?
Sobre la cama, sentado, con la corbata negra aún apretando la garganta. Escuchando a su mujer vomitar en el baño, mezclando saliva con bilis. La luz del cuarto con una bombilla fundida y la lámpara tambaleándose tras ser golpeada por la foto de las últimas vacaciones en la playa. El pasillo infinito abierto ante sus pies y el niño sonriente, con los brazos cruzados, esperando una respuesta. El padre cierra los ojos y señala con el dedo la pared. Ahora está seguro. No fue él quién dejó abierta la ventana.

martes, mayo 24, 2011

En todos los recovecos


El padre prior es todo un ejemplo. Despierta el primero, pone el sol en el cielo, y canta a maitines como el gallo a pecado. Frente al altar, como una estatua de sal, reza apretando los labios. Deja salir las palabras un poco, solo un poco, para que nuestro Señor las oiga pero nadie las comparta. Rezar es un secreto entre dos. Trabaja después sin descanso. Abre la puerta, abre la arena, siembra semillas y camina descalzo entre surcos para no estropear las hierbas pequeñas que luego son fruto. "Caminar en el huerto es no hacer daño a las plantas que nacen, dejarlas crecer sin sombra y guiarlas al cielo rectas, sin despiste, para que la luz las bañe en todos los recovecos". Ese es el símil que aplica después a la Obra. Rezar, cultivar y silencio. Termina los días como el que cierra un libro buscando un punto y final para un trabajo bien hecho. Cierra su celda por dentro y apaga las velas con esas lágrimas que siempre se le escapan al mirar hacia fuera por la ventana.

Salamanca, delante de una calavera con una rana en la cabeza.

sábado, mayo 21, 2011

Vecinos

Entre los vecinos del edificio no hay palabras ni desdicha. Todos ricos, todos limpios e incomparablemente agradables. Son silencio por las noches, inodoros en la comida, respetuosos en el ascensor y amigables en la escalera. Tintineo de llaves de oro que abren puertas a otro mundo. Coches para ellos, rápidos, de gran cilindrada. Coches para ellas, pequeños, una monada. Élite del mundo empresarial, la medicina y la cultura habitan un bloque de ocho plantas que es camino al cielo o escalera al lujo. No hay nada más que ver a su portero de guante blanco. Él, más de treinta años de experiencia, es el secreto de sus casas. Se deshace siempre de la basura, no deja pistas ni pone trabas.

miércoles, mayo 18, 2011

Como un torbellino

Me encanta la música, por eso me abro camino entre la oscuridad y los cuerpos tambaleándose. Casi no me ven y corto la muchedumbre como un cuchillo templado en bloque de mantequilla. Mi cuerpo es poseído por electricidad, se pone en marcha, como si pudiera ponerme a volar, flotando detrás de mis párpados con los ojos cerrados. Ruedo hasta el centro de la pista de baile y siento como los focos impactan su luz sobre la piel de seres que giran esquivándome alrededor. Soy el centro del universo en un espacio repleto de gente que salta, se besa y bebe alcohol. La música alcanza su cenit y los brazos al techo son el metrónomo que revienta la atmósfera. Alguien me observa y pienso que aún puedo guiñarle un ojo, por los viejos tiempos. Los altavoces vibran haciendo que mi pecho se contraiga, encerrando al corazón para que no escape en una taquicardia. Aprieto los labios y bebo un sorbo de la pajita. El alcohol es la gasolina que me permite seguir adelante. Estiro la lengua y empujo el mando. Giro como un torbellino sobre la silla de ruedas.

domingo, mayo 15, 2011

Todo el pueblo lo sabe

- Pedro está muerto porque no nos lo merecíamos.
El padre delante de las cenizas de su hijo, entre lágrimas que no apagan el fuego que se llevó su cuerpo. Todo silencio, todo cielo negro bajo nubes grises sobre horizonte oscuro. La madre y el padre de la mano, como dos niños con miedo a separarse, abandonan el cementerio. Nadie alrededor, sin familia. Nadie salvo la vecina del bajo que lleva la foto del crío de ojos azules con padres morenos y de ojos negros.
El pueblo les ve pasar con las ventanas cerradas. Casas que son tan solo fachada como muestra de desdén. Cuando llegan al parque los niños dejan de correr tras la pelota y el grupo de viejos detiene su cháchara incontrolable. Ellos caminan sin detenerse hasta girar en la esquina del bar. Encaran la calle que desemboca en su salón vacío. Al pasar junto a la pescadería una de las vecinas salta desde la puerta y se les queda delante. Les corta el paso.
- Pedro está muerto porque no os lo merecíais - suelta con rabia.
Los padres bajan la cabeza y siguen caminando. Abren la puerta y se abrazan en el pasillo. El hombre deja las llaves y abandona la cartera sobre un mueble en la entrada.
- Te dije que no nos lo merecíamos - susurra a su mujer -. Todo el pueblo lo sabe, nunca debimos comprarlo.

jueves, mayo 12, 2011

En la ribera del Egremor

Eres un bastardo. Hijo de hombre y elfo que busca entre las montañas la pista última que le permita recuperar el reino perdido por sus antepasados mediante una treta. Portador de espada corta, arco, flechas de baobab y pequeños cuchillos de hoja plateada que brillan ante la amenaza de los vampiros de la estepa. No llevas casco pero sí una ligera cota de malla que te protege contra golpes de arma roma. Es de noche, has hecho un agujero en la tierra y esperas muy atento que llegue un nuevo día. Cenaste un par de liebres cazadas con ayuda de tu viejo perro. Ahora oyes un ruido, parece que está a tu izquierda. Sabes que si te dejas llevar por el pánico serás descubierto. Delante de ti un enorme muro de roca te impide la huida. A tu derecha el río caudaloso de Egremor donde los peces carnívoros hacen de sus aguas un infierno a dentelladas. Mala suerte. Sientes como tu corazón se acelera, te pones nervioso. No sabes qué hacer. Mierda de vida, ¿verdad?
Ahora tira los dados.

lunes, mayo 09, 2011

Anamnesis

El jardinero disfruta observando las plantas antes de podarlas. Es como si tuviera delante una escultura que él no controla pero que en cambio puede orientar en su belleza. Utiliza siempre las tijeras grandes para las ramas gruesas y las pequeñas para esos pedazos de verde que traviesos se enredan unos con otros, como si quisieran escapar huyendo entre ellas en una limitada carrera. Suele silbar mientras trabaja, guiado por la música que sale desde sus pulmones, haciendo pequeños silencios al juntar las tijeras que dan fin al flujo de savia por la rama. Hoy ha cortado lo torcido, lo romo, lo feo y lo que parece marchito o a punto de hacerlo. Puede que por eso doctor haya decidido cortarse también los dedos.

viernes, mayo 06, 2011

Diez segundos

Cien metros, ocho calles y una meta. Los tímpanos tensos como piel de tambor. Sudor sobre la piel y músculos preparados. A un lado el profesor, el entrenador, el médico y el masajista. Al otro la novia, la madre, la hermana y un par de vecinas. Entre la multitud una multitud. Él nervioso, con los glóbulos rojos cargados de oxígeno para las vacas flacas que se venían encima. La respiración de los otros como banda sonora. Una carrera, un romper de tendones y todo hecho.
- ¡En sus marcas!
Las yemas al tartán. Huellas digitales como zarpas de pantera. La televisión lanzando la imagen de sus piernas de un lugar a otro del mundo. Agazapado, dispuesto a huir tras un disparo. Hombre contra hombres contra un cronómetro.
- ¡Listos!
El árbitro tanteó la pistola. Nadie en la pista salvo zapatillas caras y cuerpos preparados. El viento oscilaba de este a oeste facilitando una buena marca por la especial disposición orográfica del estadio y la estratégica distribución de las puertas de acceso. El arquitecto en su casa feliz, problema resuelto a favor y gloria de la ciudad que pone el dinero. Siempre se corre de récord en capitales que pagan rápido.
¡Pam!
Entre los gritos más de uno pensó en salida nula. Después todo fue caos, muchas preguntas e infinitas manos en la cabeza. La repetición con la sorpresa en los ojos del atleta ofreció la pista. En diez segundos terminó todo, así era como nos tenía acostumbrados.

martes, mayo 03, 2011

Convencido

- Este gordo ocupa mucho lugar, sin duda. Tan sólo tienes que mirarle para concluir que es un extraño entre el resto. Es pequeño, poco flexible. Nada estético y apenas proporciona apoyo a los demás. Parece que está cayéndose, que no quiere estar en su sitio, es como un apéndice arrepentido. Tú tranquilo que cuando lo inutilice no te darás cuenta. No lo echarás en falta ni tú, ni tus hijos, ni los hijos de tu hijos.
El simio, convencido, se dejó hacer.
Pasó mucho tiempo hasta hoy.
Nunca se ha arrepentido.


ATRAPAPALABRAS
"Un blog de microrelatos y poesía. Alberto García Salido es su autor. Especialista en relatos de cien caracteres, sólo cien. Y las fotos son muy buenas..."

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