miércoles, junio 15, 2016

Eso

Salió de la fábrica brillante, con la tela tersa y las ganas de hacer ángulos por las nubes. Había escuchado, entre tornillo y tornillo, cómo más de uno de sus hermanos había terminado escondiendo vestidos de novia, cuerpos brillantes, sonrisas de curiosidad, niños jugando al escondite e incluso asesinos. De todo para todos, como en las mejores películas de misterio. Cuando era nada más que ocho palos escuchó la historia del modelo A65 que terminó junto a la mesa del hombre más importante del mundo. Ocultando su firma de ojos extraños, ensombreciendo los deslices que uno quiere que nunca se escapen más allá de sus labios. Él o ella, pues nunca entendió cómo pensarse, salió de la fábrica dando golpes en la parte de atrás de una furgoneta. Acompañado por esos hermanos que se reconocen en los gestos igual que el mar se calca las olas. La puerta se abrió para que unas manos rápidas los apilaran bien juntos en un pequeño carro metálico. Parece una jaula murmuraban, es una jaula concluyeron. Uno a uno fueron saliendo de ahí. De las manos rápidas a unas manos lentas, a unas manos con guantes, a unas manos curtidas, a unas manos al otro lado de un pijama blanco. Él o ella, aunque ya en ese momento cada vez se sentía más eso, salió de un salto arrastrado por el ímpetu del que recibe lo que necesita. Le desnudaron rápido, fuera la ropa de plástico, y atravesó un pasillo en el que apenas pudo ver personas tumbadas y máquinas hablando entre ellas con pitidos extraños. Se abrieron sus ángulos, con el chirriar joven del nuevo por primera vez desplegado. Forzaron sus quince grados entre bisagra y pisaron uno de los frenos como si le anclaran al fondo de un océano. Y ahí tuvo perspectiva para ver el mundo que le había tocado. Gente de blanco de acá para allá a uno de los lados. Al otro, gente muy quieta, sobre una cama, con los ojos casi cerrados. Eso se percató de que ahora se había convertido en frontera, en un muro, algo que convertía la intimidad en un trozo de tela extendida entre ocho bastidores. Y se percató de esa cruz serigrafiada bajo la que se leía un nombre largo que terminaba con el ímpetu de una palabra tan noble como universitario. Y aprendió de lo mucho que oscurece la soledad cuando suenan las máquinas abusando del miedo. Y le puso pared a las quejas e intimidad a los ruegos. Escuchó lo que ahí se decía evitando hacer eco. Se hizo todo lo grande que pudo para mimar cada cuerpo hasta verlo convertido en recuerdo. Con cada plegado un vacío extraño. Con cada despliegue, como el que cae siempre, con las mismas dudas, con los mismos miedos.

miércoles, junio 08, 2016

Candidatos

Los cuatro candidatos son como los jinetes del apocalipsis pero sin efectos especiales. El guapo, el soso, el alternativo y el empollón. Parece un aula de cualquier clase de primaria. Pero ellos están encima del escenario y nosotros miramos de abajo hacia arriba. Con un poco de dolor en la nuca, ese dolor que termina por convertirse en preguntas. ¿Por qué ellos están ahí y nosotros solo ponemos los aplausos? Hace tiempo que perdimos la perspectiva, y la perspectiva es la mejor forma de mirar un cuadro que no entiendes. Que si los pinceles, que si la ignorancia. Todos sabemos de colores y deberíamos tener cierto cuidado en combinarlos. Su discurso suena por turnos en los altavoces, sabemos que van a decir, cuándo lo van a decir. En alguno hasta escuchamos faltas de ortografía. Cuando terminen nos abrirán las puertas para que vayamos a dejar un sobre, como los buenos ladrones de etiqueta, en una urna transparente que nos permite ver cómo digiere nuestras ideas. Y saldremos a la calle para esperar los resultados. Con los cuatro candidatos sonriendo y saludando a cámaras invisibles. Buscando complicidades con desconocidos que quizá comparten con ellos una parte mínima de su ideal todo. Después viviremos con interés los porcentajes y quizá celebremos con suerte la victoria de aquel que creemos lo hará mejor como delegado extraño de una clase con eñe. Los otros tres puede que se dediquen a tirar pelotas de papel desde la última fila, golpeando en el cuello de los que ya nos les miran. Y cuando se acabe el curso, o se suspenda alguna asignatura importante, todos iremos de nuevo a septiembre en cualquier mes del año. Para elegir a los mismos diferentes, para criticar lo que hicimos mientras montamos de nuevo el escenario, cada vez más lejos, cada vez más alto.


miércoles, junio 01, 2016

Homeopática ella

Recuerdo la primera vez que me dijeron que con ella todo era posible, a un módico precio, a un módico espacio de lo que fui y lo que debía creer. Ella estaba ahí, porque había estado siempre, memoria de un tiempo pasado en el que un clavo quitaba otro clavo. La palabra en el oído del desesperado es como una gota en el pez que hace flexiones sobre el desierto. La evidencia es decir lo que quieren oír. Porque esa es la clave, decir la verdad mintiendo a poquitos. Como me mentía mi abuela los domingos antes de abrir la puerta de la iglesia. Aquí estamos mejor porque estamos más limpios, decía, aquí estamos dentro y al otro lado estamos fuera. Solos y fuera. Y mi abuela era una señora menuda que en lugar de brazos tenía nudos, raíces nutridas por esa agua que es la memoria. Al fin y al cabo somos eso y mirar atrás siempre distorsiona las cosas. Yo era más guapo y más listo en mis recuerdos de ayer. Pero es ella, ella en la mano de él sobre el papel en blanco. No es una receta, recuerda, no es una receta. La desesperación es una forma de vida y los escépticos encuentran paredes dónde nosotros ponemos la puerta. Y yo me río, y me recuerdo al desesperado frente al pelotón de fusilamiento. Ahora más o menos estoy ahí, así que no pierdo nada por cerrar los ojos y escuchar los cantos de esta sirena. Hoy cualquier mentira me hace un favor y suficiente me han dicho al otro lado de la mesa como para saber que favores me faltan para el tiempo que me queda. La descubrí en la televisión, en la voz de ese famoso que presume de salud sobre billetes de cientos de euros. Navegan una ola de otros mundos y ellos saben de qué hablan, si usan esto es porque esto es lo caro que sale barato. Unas gotas, una dilución infinitesimal y todo será diferente. Usted crea y déjese llevar, abra la puerta, no vea una pared. Reconozco la duda, pero la duda es de los valientes. Entrego el dinero ahorrado y las expectativas, sé que ellas me llevaran lejos. Ahora tan solo me queda abrir la boca, sentir que no hay placebo en esta mentira piadosa, y dejarme llevar por lo inocuo e inútil antes de que me vuelva invisible. Estoy listo para beber y dejar de lado aquello que tan solo me puede curar pero nada me asegura. Separo los labios y cae el primer trago, y me engaña tan bien que olvido que todo es mentira.





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