-Por cierto, ¿hoy es domingo?
Cuando oyó el "sí" se quedó pálido.
Comenzó a buscar la ropa por la habitación y salió descalzo al pasillo. Se despidió de su familia con un grito y arrancó el viejo coche haciendo derrapar las ruedas. Obvió un par de semáforos en rojo y se detuvo tras una esquina examinando su aspecto en el espejo retrovisor.
Sacó las fotos de la cartera, se quitó el anillo y salió del coche tosiendo para aclarar la voz.
Llegó justo a tiempo para empezar su trabajo.
Nunca debe retrasarse la palabra del Señor.