viernes, diciembre 28, 2012

Los Panchos

A Luis le encantaban los Panchos. Cuando entró en su habitación ahí estaban la guitarra, el gorro mejicano y la botella de tequila pegada a la ventana. Él, tan joven y anacrónico, cerró la puerta y cogió sus muñecas con fuerza.
- Si tu me dices ven lo dejas todo - le cantó demasiado alto y demasiado cerca del oído.

sábado, diciembre 22, 2012

El día del fin del mundo

El día del fin del mundo Ramón estaba pidiendo por teléfono una pizza familiar cuatro estaciones. A unos cuatro mil kilómetros de distancia el meteorito se hacia pedazos al chocar con la atmósfera. Ramón colgó el teléfono y encendió la televisión. Ahí vio al reportero despedirse mientras sollozaba. Ramón se asomó a la ventana. En la calle la multitud imitaba un escena de película. Él frunció el ceño y se limpió con la manga del pijama los mocos del último catarro. Entre portazos creyó escuchar a la vecina rezar un rosario. Le sorprendió el volumen de su voz, siempre fue una anciana apagada. Atravesó el pasillo hasta la cocina pisando la ropa en el suelo. Abrió el grifo y dio un trago de agua. En el patio de atrás las cuerdas de la ropa vibraban. Ramón se sorprendió de lo rápido que se habían secado los calzoncillos. Miró el reloj cuando crujió el cielo y se metió en la cocina cerrando las ventanas. Le sonó el estómago y buscó algo que comer en la nevera. No había nada así que regresó por el pasillo hasta su habitación. Allí se sentó en la cama y encendió la radio. Escuchó un ruido estático que terminó siendo un pitido incómodo. Las paredes comenzaron a vibrar y Ramón se tumbó para dormir con la nariz pegada a la nuca de su madre. Con la luz blanca Ramón la dio un beso mientras susurraba perdón por haber precipitado su marcha.

miércoles, diciembre 19, 2012

No nos duele nada

No, claro que no queremos no ser escuchados. No nos importa ser un vacío. No odiamos tus días cálidos ni nos atrapan tus cielos azules. Nos engañaste una vez y no es doloroso. No aprenderemos, aquel día no nos dejaste claro el motivo. Nos debes un no rotundo a todo lo que no supimos evitar. Sabemos que es mejor que no sigamos. Procuramos que todos crean que no mentimos, no alimentamos tu cháchara. No te preocupes. Nosotros no seguiremos buscando venganza, no nos quejaremos. Tú eres nuestro amo, no necesitamos buscar otra verdad.

sábado, diciembre 15, 2012

Té y melancolía

- ¿Sabes lo que más me preocupa de Luis? - dice Inma.
- ¿Qué se nos hace mayor? - Juan otea desde sus ojos negros y sus patas de gallo. Como un altar de la madurez bella donde él sabe que todo es más fácil.
- No.
- ¿Su inquietud? - Juan se rasca la nuca entre rizos grises y negros - ¿Qué se parece a ti?
- Ojalá.
- No me empieces.
Inma se entretiene como todas las tardes domingo. Té y melancolía. Saborea una de las fotografías del álbum, aquella con la última nochebuena con la familia completa.
- A ver, ¿me lo dices o seguimos con el juego? - continúa Juan.
Inma le observa haciendo que las comisuras insinúen una sonrisa.
- Me preocupa que cada vez se parezca más a su padre.
El pequeño Luis irrumpe en el salón con el pelo húmedo, recién duchado.
- ¿Me secas papá? - pregunta.
Juan coge la toalla y sacude el cabello del niño mientras observa las mano derecha de su mujer. La yema de su anular cae sobre el tío Pedro, que sonríe a cámara presumiendo de melena rubia. 
- ¡Ya está! - dice Luis.
El niño sale corriendo hacia su cuarto, la hora del juego. 
Inma pasa página mientras Juan descubre sus manos llenas de pelo.

domingo, diciembre 09, 2012

Kamikaze

- ¿No puedo participar aún?
- Usted no sirve, lo siento.
Manuel siempre fue constante, una gota malaya. Salió de allí con una misión y se lanzó a ella como un kamikaze. A Manuel le entusiasmaban esas historias de gente que se deja la vida como peaje para ser conocidos.
Empezó desayunando triple, como los hobbits de la película esa. Un litro de leche y un kilo de cereales. Las comidas se convirtieron en un maratón, en un no detenerse a pesar de las arcadas. Alternó proteínas con grasas de tal manera que la proporción siempre se inclinaba hacia su barriga en la balanza. Comía de todo a todas horas. Siempre sentado, jugando al tiki-taka entre sus dientes, su lengua y su reflejo faríngeo. Las cenas, más ligeras, eran una montaña de lechuga bañada en aceite, vinagre y todo tipo de añadidos que, respetando la ternera, le permitían justificar la mezcla como una muestra de cocina moderna.
En sus paseos para sacar la basura o comprar el periódico los vecinos se apartaban a un lado. Manuel disfrutaba pensando en lo que iban a cambiar las cosas cuando él fuera una estrella, el más famoso del vecindario.
Observó su cuerpo haciéndose fotos frente al espejo. Un archivo único sobre su degeneración. Olvidó sus pies, dejó de ver su pene, se deleito chorreando piel en el abdomen hasta que ya apenas pudo mover un cuerpo con órbita propia.
Cuando estuvo listo caminó hasta la puerta de la televisión. Escuchó la campanilla del sensor de la entrada con gozo y se lanzó, tan lento como pudo, hacia el mostrador. La mujer le observó, cómo si estuviera considerando un diamante en bruto.
- ¿No me recuerda?
- No.
- Vengo por el programa.
Manuel esperó un par de horas. Le acercaron agua y frutos secos. De los nervios no se atrevió a tocar nada. Tras firmar los documentos pertinentes Manuel entregó la tarjeta de memoria de su cámara y enumero los motivos para su espectacular cambio. Inventó una vida en la que el paro y la soledad adornaban sus decisiones con lágrimas justificadas. Le maquillaron simulando las ojeras y destacando la papada. Le vistieron con ropa ajustada, vieja y pantalones de pana. Cuando escuchó su nombre abrió una puerta de cartón y se abalanzó en el interior del plató como una ballena fuera del agua. Con respiración entrecortada subió el escalón para encajarse en la pequeña silla que le habían preparado. El par de periodistas, sobre una taburete alto, le observaron sujetando entre las manos las carpetas con las preguntas. Manuel escuchó los murmullos del público sintiendo un hormigueo en las manos.
- Hoy ha venido a contarnos su historia Manuel - dijo él.
- La pena de un hombre que come para olvidar - completó ella.
La luz de los focos empañó su piel haciéndole sentir como una olla a presión. Manuel se regocijó viendo cómo todas las cámaras giraban hacia él. Plano de perfil, plano medio y plano lejano. Todos los monitores buscando su historia y él tan sólo pudo separar los labios antes de caer. Logró que su sonrisa estampada en la alfombra diera la vuelta al mundo y que todos sus vecinos salieran en las noticias para dejar claro que no había nadie como él.

martes, diciembre 04, 2012

Lista de la compra


- Lentejas, judías, chorizo, nabo, arroz, azúcar, macarrones, cerezas, fresas, sal, pimienta, queso de sandwich, queso azul, queso para gratinar, salchichón, servilletas de papel, guantes de cocina, jabón de manos y naranjas.
- Muy bien.
- Esa es la lista de la compra de esta semana. ¿No echas de menos algo?
- No.
- Siempre compramos lejía.
- ¿Pero tú no estabas con un dolor de estómago horrible?
- Sí, ¿y?
- Pues que entonces ya no nos hace falta.


ATRAPAPALABRAS
"Un blog de microrelatos y poesía. Alberto García Salido es su autor. Especialista en relatos de cien caracteres, sólo cien. Y las fotos son muy buenas..."

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"Gracias a Alberto García Salido, "No pasa nada de nuevo...", Por mostrarme su magnífica obra..."

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