- ¿Sabes lo que más me preocupa de Luis? - dice Inma.
- ¿Qué se nos hace mayor? - Juan otea desde sus ojos negros y sus patas de gallo. Como un altar de la madurez bella donde él sabe que todo es más fácil.
- No.
- ¿Su inquietud? - Juan se rasca la nuca entre rizos grises y negros - ¿Qué se parece a ti?
- Ojalá.
- No me empieces.
Inma se entretiene como todas las tardes domingo. Té y melancolía. Saborea una de las fotografías del álbum, aquella con la última nochebuena con la familia completa.
- A ver, ¿me lo dices o seguimos con el juego? - continúa Juan.
Inma le observa haciendo que las comisuras insinúen una sonrisa.
- Me preocupa que cada vez se parezca más a su padre.
El pequeño Luis irrumpe en el salón con el pelo húmedo, recién duchado.
- ¿Me secas papá? - pregunta.
Juan coge la toalla y sacude el cabello del niño mientras observa las mano derecha de su mujer. La yema de su anular cae sobre el tío Pedro, que sonríe a cámara presumiendo de melena rubia.
- ¡Ya está! - dice Luis.
El niño sale corriendo hacia su cuarto, la hora del juego.
Inma pasa página mientras Juan descubre sus manos llenas de pelo.