jueves, noviembre 29, 2012

Símil

A los zombies les cuesta muchísimo quitarse el maquillaje.
Es un trabajo para tiempos de crisis.
Pero no les falta comida y nadie se atreve a pararles.

lunes, noviembre 26, 2012

En la línea de tiro libre

En la línea de tiro libre, último segundo. La gente grita. Y esa pelota naranja en cámara lenta. Tus compañeros de pie y tu entrenador tirado en el suelo de rodillas. El puño cerrado del árbitro y la gota de sudor sobre tu frente, sobre tu nariz, sobre tus labios. ¿Cuanto tiempo llevas esperando esto? Desde aquellas zapatillas enormes para tus pies enormes. Desde aquellos días sobre la bombilla con tu padre debajo del aro. Tira, hijo, tira. Ahora doblas las piernas y piensas en el centro del tablero. En la mitad de la línea que surca el metacrilato. Ahí donde el golpeo, siempre con la misma fuerza, con el mismo arco, hace que la pelota rebote y caiga sumisa en la red. A los lados metros de carne que observan. Eres tú y sólo tú el que decide. Un punto para ganar. Para que la gente sea feliz en la inconsciencia. Para que hoy la noche sea distinta y mañana sea el día en el que todo parece más claro. Para crear una mentira que se diluirá en unas horas. Relajas los hombros, deltoides que se abanican. Relajas los codos y sientes que la muñeca derecha se carga como un resorte. Más allá de los flashes, tras la barrera de cámaras, hay caras que te insultan y caras  que te sonríen. Manos que oscilan intentando distraer tus ojos. La pelota regresa del parqué y se encuentra con tus manos. Sientes que hay pequeños granos de cuero. Sientes la marca, el peso. Inclinas el cuerpo y descubres cómo influye la mecánica de tiro en tu gesto. Eres un artilugio que hace palanca con mil inserciones, con mil tendones, un autómata inconsciente. Piensas en cómo cambiará tu vida si el tiro entra y haces que todo rompa en una felicidad que engaña a la muchedumbre. Tu cuerpo envía las señal para que la pelota se alce en el aire y describa su discurso arqueado con la gravedad. La observas girar y no sabes si quieres que entre porque todo será distinto siendo igual en realidad.

viernes, noviembre 23, 2012

El mejor espía del mundo

El mejor espía del mundo primero se dispara un pie.
Después el otro.
Observa a su perseguidor y sonríe, una gota de sangre cae sobre el labio inferior.
Continúa con la rodilla derecha, la rodilla izquierda. Ya desde el suelo escupe sobre sus manos antes de sacar un cuchillo bajo la camisa.
El enemigo deja caer su arma, le observa a punto de llorar. Adelanta su mano libre pero él le detiene.
El mejor espía del mundo hace un círculo en su abdomen con la punta del arma blanca.
No soy un héroe dice antes de perder el conocimiento y caer muerto.
El teatro rompe en aplausos.
Nadie entiende los gritos pidiendo ayuda de su amigo.

martes, noviembre 20, 2012

Cruzar la mirada como anzuelo.



Siempre que volvemos del colegio pasamos junto aquella piscina, la de los mundiales.
Los años ochenta y ese color magenta en los recuerdos.
Siento ganas de cruzar las puertas, de oler a cloro y escuchar las conversaciones ininteligibles de otros que también observan desde la grada.
Parece que fue ayer cuando te descubrí entre los participantes, como una sirena.
Cruzar la mirada como anzuelo.
Hoy tu hija me pregunta por tu miedo al agua e invento otra mentira.
Caminamos hasta el portal en silencio, hasta que no hay ruido.
Preparo la bañera mientras hace los deberes.
Aún es muy pequeña para entender por quién dejaste de nadar.

miércoles, noviembre 14, 2012

Cuando llega tarde

Las manos limpias.
- ¡¡Cariño!!
Y un olor a colonia que echa para atrás.
- ¡¡Me voy!!
Cierra la puerta con un golpe, prestando su aroma al descansillo mientras espera el ascensor.
- ¡¡Hasta luego!!
Desde el salón su mujer sonríe. 
- ¡¡Déjame la ropa donde siempre para cuando vuelva!!
Escucha su grito hueco, haciendo torbellino mientras baja hasta llegar a la entrada del portal. Él no lo ve pero le lanza un beso de esos que empiezan con los labios juntos, como de piñón, y viajan en el aire cruzando el vacío. Un te quiero inalámbrico.
Los niños, cuatro y ocho años, se dirigen a la ventana, con el tazón de leche entre las manos. Allí se suben a las sillas que su madre ha dejado con cuidado junto al cristal. Los dos beben expectantes hasta que su padre, zapatos blancos, calcetines blancos, peto blanco, camiseta blanca y gorra blanca, aparece en la calle. Se deshacen de los vasos y apoyan la cara y las manos contra la ventana. Se aplastan, no se mueven mientras observan como él, un punto blanco ahí abajo, detiene el tráfico levantando las manos. Se aproxima hasta la alcantarilla y levanta la tapadera dejando salir una pequeña nube de humo. Después mira hacia la ventana, donde intuye a los niños, y saluda con la gorra en la mano. Se pone de rodillas, mira la oscuridad, y apretando los dientes se deja caer muy despacio en el interior. Cuando desaparecen los pies, como por arte de magia, surgen unas manos que tiran de la tapadera para volver a cerrarla.
- ¡¡Viva!!
Los niños gritan mientras bajan de las sillas y llevan sus desayunos a la cocina. Se tienen que vestir deprisa para no llegar tarde al colegio. Cuando salen a la calle ambos caminan con cuidado. No quieren molestar a los que están debajo haciendo obras en el corazón enfermo de la tierra. Su madre les dice que no hablen tanto y que aceleren. Ellos, avanzando casi de puntillas, se detienen en cada alcantarilla.
- ¡¡Mamá todavía huele a podrido ahí abajo!!
Los dos sonríen y siguen andando. La mayor se gira hacia su hermano y le habla al oído.
- Ves, por eso huele así papá cuando llega tarde.

domingo, noviembre 11, 2012

Vaya marrón

Me han dicho que escriba un microrrelato terrorífico.
Vaya marrón.
No sé dónde ponerme a escribir.
Lo tengo todo llenito de sangre.

miércoles, noviembre 07, 2012

Juro

- Juro que es la última vez que me echas de casa.
La puerta, dejando ir la luz por la rendija, pegó la mirada de uno en la del otro. Ella echó el cerrojo y se apoyó en la madera dejándose caer como cera. Él cerró los puños, se abrochó la chaqueta y encendió un cigarillo. Salió a la calle con el paso extraño. Se detuvo entre los coches y esperó paciente. El tiempo daba igual. Es de los que piensa que no hay segundos cuando hay promesa. Un hombre de los que cumple su palabra.

domingo, noviembre 04, 2012

Frío

A la cola, como todo el mundo que no sabe volar. Esa era su manera de hacernos a un lado. Nos daban un golpe en la frente, pequeño, y nosotros oscilábamos hasta que llegaba nuestro turno. Olía a orina sobre las paredes del salón. Cuando pasábamos dentro todo era humo. Sentías una mano, dientes amarillos, billetes de veinte y el crujir de una mierda de bolsa de plástico arrugada. Se reían de nuestro pulso mientras nos poníamos las alas. Después nos echaban a la calle. Recuerdo el frío justo antes de no recordar nada.

jueves, noviembre 01, 2012

Poc. Descanso. Poc.


- Estoy cansada.
La nariz salió de cuajo. Limpia después de tantos días a la intemperie.
- Harta.
El sombrero y los ojos, aún húmedos, saltaron a unos metros.
- No hay manera de hacerte entrar en razón.
Con la pala le decapitó en dos tiempos. Poc. Descanso. Poc. El niño observaba a la mujer completamente hipnotizado.
- No sabes lo que has estado haciendo.
Patada en el abdomen.
- No sabes cuanto daño me has hecho.
Patada a la altura de los testículos.
- No aguanto más.
Clavó la pala entre hombros y ombligo. La dejó ahí, sobre el cinturón de hebilla dorada.
- Vamos. No digas a nadie cómo ha pasado.
El crío, sonriente, afirmó con la cabeza. Antes de seguirla abrió la boca para saborear el líquido que goteaba desde la superficie metálica. Después sorteó la nariz, la cabeza, los ojos y el sombrero. Entraron en casa, se quitaron los zapatos y esperaron en el sofá. Uno jugando y la otra leyendo. Con el ruido del coche ante la puerta el niño saltó del sofá.
- Mamá, ¿voy a por la pala?
- Todavía no hijo, tan sólo estábamos entrenando.


ATRAPAPALABRAS
"Un blog de microrelatos y poesía. Alberto García Salido es su autor. Especialista en relatos de cien caracteres, sólo cien. Y las fotos son muy buenas..."

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