A Luis le encantaban los Panchos. Cuando entró en su habitación ahí estaban la guitarra, el gorro mejicano y la botella de tequila pegada a la ventana. Él, tan joven y anacrónico, cerró la puerta y cogió sus muñecas con fuerza.
- Si tu me dices ven lo dejas todo - le cantó demasiado alto y demasiado cerca del oído.
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