miércoles, octubre 26, 2005

¿Para qué sirve la lluvia?, ¿para qué sirve un paraguas?

"¿Para qué sirve la lluvia?, ¿para qué sirve un paraguas?
Tengo las manos frías y el cuerpo roto de ir de un lado a otro, siguiendo una música que no está sonando para mí. Tampoco quiero decir que todo esto sea injusto, en mis bolsillos hay poco dinero y no me puedo quejar de lo que me mande hacer el que se encarga de llenarlos.
El cielo es gris, como gris es el color de sus ojos, los puedo ver muy pocas veces porque rapidamente los esconde tras sus párpados si se da cuenta de que los estoy viendo, tal vez cree que pensar mientras mantienes a tu señora sana y salva de pequeñas gotas de agua no va incluido en el servicio. Las manos de Dios dejan caer su sudor ante nosotros para darnos de beber, no vale para nada taparse, y aquí estamos nosotros cuatro bailando una canción rota en la que no caben más miradas estúpidas ni más pasos que no llevan a ningún sitio.
-Tal vez me ama... ¿no crees Henry?
- Tal vez señor...
- ¿Cogiste el paraguas?
Paraguas... en las tardes de lluvia las jóvenes adineradas sienten que el suelo se convierte en un jardín para pasos de baile. Especialmente la joven adinerada que tal vez ama a mi señor... pensé decirle que el amor no es tan simple como para reducirlo a una tarde de danza bajo las nubes grises. Esa joven no desea bailar más allá de donde le dejen sus pies y un caballero de espaldas cubiertas es un más que resuelto sostén para su joven y estilizada figura.
- Procura no ir muy deprisa, le gusta llegar tarde... - me indica mirando al espejo retrovisor.
El coche es una chatarra con clase que se mueve despidiendo humo de color negro, no habría podido ir más rápido aún con el resto del servicio empujando detrás.
Siempre soy yo el que se encarga del baile, no hay otra posibilidad.
-¿A quién de vosotros le gusta bailar? - preguntó el señor tras reunirnos en la cocina.
- A mí no me desagrada del todo... - respondí raudo intentando evitar que cuaquier otro se adelantara.
- Perfecto, a partir de mañana recibiras clases de danza clásica, voy a necesitar un compañero de aventuras.
Ciertamente no fuí yo el único sorprendido con la respuesta, durante un par de días no pude evitar oír más de un cuchicheo a costa de mi irremediable gusto por el arte "del paso sincopado"... El señor pensó que para bailar solo siempre hay tiempo así que me puso a su lado y me entregó un paraguas.
- Debes aprender cómo bailo yo... y estar listo en la puerta con el coche en cuanto empiece a llover.
Y ahí estoy siempre, junto a la puerta con el coche en marcha en cuanto caen las primeras gotas de lluvia. No puedo perder tiempo, no hay tiempo que perder pues ella no espera ni un poco para empezar a bailar con otro compañero.
Ciertamente todo resultó extraño al principio pues era una pareja de cuatro personas la que allí bailaba, cuatro personas, una canción y un par de paraguas. Ella siempre con un vestido rojo y el de perfecta etiqueta aprovechaban cada nota para intercambiar cuatro cuchicheos y disimular estúpidas sonrisas.
Yo empleaba el tiempo en no perder el compás de mi señor hasta que decidí comenzar yo también mi propio baile.
Mirando al frente me crucé un día con sus ojos, concluí que ella también debió contestar rauda a la pregunta de su señora... no tengo duda de que para ella danzar, aún así, es cómo un regalo que una y otra vez parece una sorpresa.
Al final siempre deja de llover y los señores deben despedirse dando fin a su paseo al son de una música que aún no sé de donde viene.
Él se inclina y besa su mano mientras ella desciende doblando un poco la rodilla para mostrar su respetos. No se dicen adiós y se separan el uno del otro para volver a verse cuando el tiempo decida.
Cuando la primera gota toque el suelo yo volveré a estar con el paraguas en la mano y el coche en marcha frente a la puerta.
- Estoy casi seguro de que se ha enamorado de mí Henry.
- No lo dudo señor... - respondo con cierta ironía.
Al mirar por el espejo veo como la joven se marcha caminando para desaparecer tras una pequeña nube humo. Es en ese instante cuando ella siempre aprovecha para cerrar el paraguas y lanzar una sonrisa al aire. Cómo si supiera que de esa sonrisa lleno los días de pensamientos alegres, cómo si realmente fuera capaz de comprender que para mí la vida se llena de risas que no valen para nada si no ocurren a través de un espejo pequeño en un día de lluvia.
Así que ahora soy yo el que decide reír mientras devuelvo mis ojos a la carretera.
No sé para que sirve la lluvia, yo estaré allí sujetando un paraguas.
No sé para que sirve un paraguas si a mi siempre me empapa su pequeña sonrisa".

domingo, octubre 16, 2005

Entrenamiento

"No debo pensar demasiado rápido, no hay tiempo, los años cultivan en mí la necesidad de dar siempre un paso tras otro. Sin pensar en el cómo sería...
Al principio "todo debió ser" de otra manera, tantas lágrimas sobre las mismas caras me convirtieron en un mártir en un mar de martirizados. Tal vez fué tanto líquido elemento lo que me convenció para dar portazo a todo lo que me obligaba a bajar la cabeza y mirar siempre hacia atras como si allí me hubiera dejado algo, como si hubiera olvidado el sueño que de niño a todos nos asalta una o dos veces entre bocado de galletas de chocolate.
El rencor es una palabra pequeña que no deja nunca seguir despacio hacia delante, no miento a nadie si digo que es algo que de alguna manera se encuentra en el corazón que nació de todo aquello dentro de mi pecho. Yo antes no era así, las circunstancias me han transformado a mí y a todos los que son "yo" conmigo... rencor siempre es probar dos veces la misma comida para que la segunda vez sea peor que la primera.
Pensé que todo esto no era más que una pequeña suma, que la vida no son sólo golpes en la frente, que a veces uno de esos golpes si te lo dan detrás te impulsa un poco más hacia delante. Es mucho más fácil vivir aprendiendo...
Ahí está el secreto, por eso decidí dejar a un lado lo que me ata a una pequeña silla con dos ruedas enormes.
Me aburrí de estar sentado y pensar que los años son pequeñas hojas que deben caer en otoño.
Por eso me levanto cada día y me lanzo al agua de cabeza, porque ya que no puedo andar con mis pies he decidido andar con las manos..."

PD: "Olé sus huev..."

domingo, octubre 09, 2005

Caballos en el infierno

No hay caballos en el infierno, allí se queman sus pezuñas de uñas rotas por el pisar de piedras que siempre vemos detrás, en el camino que hace el viejo carro del abuelo.
Tardó seis meses en construirlo, la madera no abunda en un sitio como este y los árboles son tan pocos que cortar uno implica investigación por parte de un sheriff que siempre está aburrido, pensando en disparar una pistola que tiene las balas perdidas en unos bolsillos enormes, emborrachadas en el tufo que deja el whisky del malo.
Ser caballo no es tan malo como parece, te paseas sobre cuatro patas, es mucho más dificil caerte. Si algo tiene que tocar el suelo que sea el que está encima mostrando los dientes amarillos de tanto dejar la boca abierta...
Yo me conformo con poco, no siempre lo que está más lejos es mejor, prefiero no arriesgarme a perderme en un mundo que no conozco, un mundo que no me conoce.
Así que en el infierno no hay caballos, que allí quema el suelo y no tiene utilidad alguna el cabalgar para llegar a otro sitio... de eso se encargan allí los que entre caballos y buenas personas no piensan nunca de qué esta lleno el infierno...

Porque está claro que el infierno se nutre de feos caballos con dos patas...
que sólo saben mostrar sus sonrisas rotas.

ATRAPAPALABRAS
"Un blog de microrelatos y poesía. Alberto García Salido es su autor. Especialista en relatos de cien caracteres, sólo cien. Y las fotos son muy buenas..."

DIARIO DE DÍAS RAROS
"Gracias a Alberto García Salido, "No pasa nada de nuevo...", Por mostrarme su magnífica obra..."

ASAMBLEA DE PALABRAS
"... es el blog que edita, desde algún lugar de España, Alberto García Salido. Sus textos tienden a la brevedad, ya sean poéticos o narrativos..."

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