Y entonces está muerto.
Aquello que creía real es mentira, no ha pasado nada. Todo es producto de una mente que muere y sus neuronas enviando señales de humo para ver si así se salvan de la quema.
Mejor lo dejo vivir.
Que despierte después de un coma. Que abra los ojos justo cuando le van a desconectar del respirador. Moviendo primero la mano, al escuchar el último te quiero de su mujer, con la familia llorando alrededor mientras piensa en la magnífica herencia que deja.
O, esta es buena, que sea el único superviviente de un accidente de coche en el que toda su familia fallece.
Él lo ve todo porque sale despedido a través del cristal y cae sobre una mullida alfombra de césped recién cortado. Sólo puede llorar en la distancia mientras arruga la nariz para evitar el olor a pollo frito.
Demasiadas dudas, no lo tengo claro.
Puede que lo razonable sea dejar de inventarme qué es lo que puede pasar y dejar que pase.
A lo mejor me pilla de sorpresa.
Eso sería magnífico.
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