En el ascensor huele raro. Los pasajeros, vestidos para la ocasión, soportan un olor ácido que transforma la ropa de uno de ellos en un disfraz. Dos personas de modales exquisitos entre las que se dispone un esfínter relajado.
Comienza el ascenso hasta la azotea. Uno cruza los dedos y el otro carraspea. No dicen nada y sus narices se arrugan por dentro con disimulo. Que no se note que se nota.
Se adaptan al olor conforme transcurren los pisos y la pantalla cambia los números en rojo monitorizando el paseo. El olor a huevo podrido parece menos molesto con cada metro ganado. Poco a poco se relajan, con cuidado en sus orificios, y reconducen su pensamiento a la fiesta que les espera bajo el cielo.
El elevador se detiene con un bote. El de los dedos cruzados abre la mano y el otro carraspea falto de recursos.
La puerta se abre y se dejan paso el uno al otro en señal inequívoca de cortesía. En la azotea el murmullo de la fiesta depura el aire, como un perfume, y ambos se diluyen en las conversaciones interesantes que allí se regalan. Una vez mezclados en la muchedumbre, ya no huelen absolutamente a nada.
4 Respuestas:
oivaltava kertomus. kuumassa hississä voi olla mitä vain..
hyvä huumori myös. pidin tarinasta, kiitos
Agradezco su comentario Katherine.
Y agradezco el traductor de Google que me ha permitido entenderlo.
Hasta en finlandés me entiendo ya...
Aupa Citopenseis!!
jajajaja, es bueno, muy bueno, me ha encantado, que forma más sutil de hablar de un viaje tan molesto. el carraspeo y el cruce de dedos, siendo dos ambos conocen al culpable, verdad? jajaja
Un abrazo, vengo y me quedo!!
Jo que tenso ese viajito de un minuto. Si recuperáramos la naturalidad de los niños y las niñas y nos riéramos de lo que de verdad es gracioso como eso... Un beso con buen olor, o no.
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