Me deshice en palabras en la red.
Dejé más de mil folios en más de mil papeleras. Todos con mi dirección de mail impresa en negrita en el extremo superior.
Añadí noventa y seis contactos a la lista de correo.
Conseguí más de cincuenta respuestas a preguntas que no tenía intención de realizar.
Hice un uso casi enfermizo de la copia oculta.
Descubrí que nadie quiere ser nadie.
Olvidé cómo utilizar los dedos de la mano derecha para coger el bolígrafo, la pluma, lo que sea, y escribir en analógico.
Como si la mente fuera un lenguaje en pixeles.
Me preocuparon temas diversos y cree carpetas absurdas.
Cuando empieza el verano hace demasiado calor sobre las teclas.
Te busqué entre los remitentes y apagué el ordenador.
No te ví.
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