No hace frío, para qué... tranquilo, nuestra casa es de la misma tela que nuestra manta. La pared no se puede quemar pero el más pequeño filamento la atraviesa para permitir que el viento de la noche nos quite las ganas de dormir, cerrar los ojos.
Somos el suelo de un mundo que alguien pisa con zapatos de suela dura y corazón frío, es el frío, mi hijo tiene frío y yo sólo tengo las paredes que me rodean para arroparle. Construir tu vida con un paño que alguien dejó en el suelo, que has tenido que lavar tantas veces que las manos quedaron rojas, con pequeñas grietas que dejan escapar un liquido verduzco en cuanto aprietas con más fuerza de la debida la cuerda que tensa la pared que ahora necesito para tapar a mi hijo.
Él no ha tenido tiempo para merecer tan poco, no hay oportunidades en el desierto. Nos engulle y empuja hacia una de sus dunas haciendo parecer todo demasiado pequeño, demasiado grande para salir corriendo y buscar entre las llamas del horizonte un futuro mejor, paredes duras y golpes de frío que no las deformen.
Dar un paseo, mirarle a los ojos y decir que todo pasa, que yo también tuve frío en casas de paredes como la nuestra.
Algún día él será yo y pensará que su hijo es demasiado pequeño como para serlo en un mundo como este. Creerá que en algún lugar las mantas son trozos de tela, no paredes, podrá mirar a sus ojos y hacerle ver que no hay miedo.
Que el camino que uno empieza, con casas de tres paredes, con frío en todas partes, no es justo... que lo importante es abrazarte fuerte y no bajar los ojos.
Que yo soy su manta.
Que si él tiene frío yo, ahora, tengo miedo.
Somos el suelo de un mundo que alguien pisa con zapatos de suela dura y corazón frío, es el frío, mi hijo tiene frío y yo sólo tengo las paredes que me rodean para arroparle. Construir tu vida con un paño que alguien dejó en el suelo, que has tenido que lavar tantas veces que las manos quedaron rojas, con pequeñas grietas que dejan escapar un liquido verduzco en cuanto aprietas con más fuerza de la debida la cuerda que tensa la pared que ahora necesito para tapar a mi hijo.
Él no ha tenido tiempo para merecer tan poco, no hay oportunidades en el desierto. Nos engulle y empuja hacia una de sus dunas haciendo parecer todo demasiado pequeño, demasiado grande para salir corriendo y buscar entre las llamas del horizonte un futuro mejor, paredes duras y golpes de frío que no las deformen.
Dar un paseo, mirarle a los ojos y decir que todo pasa, que yo también tuve frío en casas de paredes como la nuestra.
Algún día él será yo y pensará que su hijo es demasiado pequeño como para serlo en un mundo como este. Creerá que en algún lugar las mantas son trozos de tela, no paredes, podrá mirar a sus ojos y hacerle ver que no hay miedo.
Que el camino que uno empieza, con casas de tres paredes, con frío en todas partes, no es justo... que lo importante es abrazarte fuerte y no bajar los ojos.
Que yo soy su manta.
Que si él tiene frío yo, ahora, tengo miedo.
3 Respuestas:
great blog
Joé... que chulada... el relax y la satisfacción de un MIR ejemplar se ve que te está volviendo a soltar tu don de esa manera que siempre nos gustó tanto, jejeje
Para que te relajes más aún, te mando este meme sobre las manías. ¡Suerte!
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