Nos revolvía el pelo con cara de contento.
Después sacaba su vieja pistola para matarnos de un tiro en la frente.
¡Bang!
Tras un fogonazo, al instante, dejábamos nuestro cuerpo para aparecer junto a él como un ente invisible.
Permaneciendo siempre a su lado, acompañándole en todo lo que hacía.
Al despertar, al trabajar, al comer… y, por supuesto, al matar.
Lo de matar era la parte más entretenida, estar ahí para recibir al nuevo.
Hoy nosotros tenemos esa cara de contento con la que nos despedía.
Está a punto de exhalar su último aliento.
Y aquí estamos todos sus fantasmas listos para la bienvenida…
Después sacaba su vieja pistola para matarnos de un tiro en la frente.
¡Bang!
Tras un fogonazo, al instante, dejábamos nuestro cuerpo para aparecer junto a él como un ente invisible.
Permaneciendo siempre a su lado, acompañándole en todo lo que hacía.
Al despertar, al trabajar, al comer… y, por supuesto, al matar.
Lo de matar era la parte más entretenida, estar ahí para recibir al nuevo.
Hoy nosotros tenemos esa cara de contento con la que nos despedía.
Está a punto de exhalar su último aliento.
Y aquí estamos todos sus fantasmas listos para la bienvenida…
1 Respuestas:
Qué duro... qué enormemente duro...
Y, qué bello...
Cuando te leo, se me agarra al corazón un nudo que desata la belleza de tus frases.
Un beso grande.
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