Era mi diluvio, pero no mi barca.
Todos los días más de quince personas puestas de rodillas murmurando plegarias.
Yo, solícito, aproveché el día que me sacaron a pasear para cumplir sus deseos. Está claro que no hay mayor milagro que el que se obra cuando realmente se espera.
Tal fue la tormenta que la gente huyó despavorida olvidándome tirado en el suelo.
Me enfadé, obviamente, y dejé que las gotas de agua borraran la pintura de mi rostro y ropajes mientras flotaba lentamente sobre el asfalto.
Al dejar de llover se asustaron al verme.
Donde antes dejaron un santo encontraron tan solo madera.
Todos los días más de quince personas puestas de rodillas murmurando plegarias.
Yo, solícito, aproveché el día que me sacaron a pasear para cumplir sus deseos. Está claro que no hay mayor milagro que el que se obra cuando realmente se espera.
Tal fue la tormenta que la gente huyó despavorida olvidándome tirado en el suelo.
Me enfadé, obviamente, y dejé que las gotas de agua borraran la pintura de mi rostro y ropajes mientras flotaba lentamente sobre el asfalto.
Al dejar de llover se asustaron al verme.
Donde antes dejaron un santo encontraron tan solo madera.
1 Respuestas:
Suerte en el concurso de la Cadena Ser, yo sigo pensando algún relato para participar...
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