Las manos limpias.
- ¡¡Cariño!!
Y un olor a colonia que echa para atrás.
- ¡¡Me voy!!
Cierra la puerta con un golpe, prestando su aroma al descansillo mientras espera el ascensor.
- ¡¡Hasta luego!!
Desde el salón su mujer sonríe.
- ¡¡Déjame la ropa donde siempre para cuando vuelva!!
Escucha su grito hueco, haciendo torbellino mientras baja hasta llegar a la entrada del portal. Él no lo ve pero le lanza un beso de esos que empiezan con los labios juntos, como de piñón, y viajan en el aire cruzando el vacío. Un te quiero inalámbrico.
Los niños, cuatro y ocho años, se dirigen a la ventana, con el tazón de leche entre las manos. Allí se suben a las sillas que su madre ha dejado con cuidado junto al cristal. Los dos beben expectantes hasta que su padre, zapatos blancos, calcetines blancos, peto blanco, camiseta blanca y gorra blanca, aparece en la calle. Se deshacen de los vasos y apoyan la cara y las manos contra la ventana. Se aplastan, no se mueven mientras observan como él, un punto blanco ahí abajo, detiene el tráfico levantando las manos. Se aproxima hasta la alcantarilla y levanta la tapadera dejando salir una pequeña nube de humo. Después mira hacia la ventana, donde intuye a los niños, y saluda con la gorra en la mano. Se pone de rodillas, mira la oscuridad, y apretando los dientes se deja caer muy despacio en el interior. Cuando desaparecen los pies, como por arte de magia, surgen unas manos que tiran de la tapadera para volver a cerrarla.
- ¡¡Viva!!
Los niños gritan mientras bajan de las sillas y llevan sus desayunos a la cocina. Se tienen que vestir deprisa para no llegar tarde al colegio. Cuando salen a la calle ambos caminan con cuidado. No quieren molestar a los que están debajo haciendo obras en el corazón enfermo de la tierra. Su madre les dice que no hablen tanto y que aceleren. Ellos, avanzando casi de puntillas, se detienen en cada alcantarilla.
- ¡¡Mamá todavía huele a podrido ahí abajo!!
Los dos sonríen y siguen andando. La mayor se gira hacia su hermano y le habla al oído.
- Ves, por eso huele así papá cuando llega tarde.