Ya hay que tener mala suerte, con el dinero que uno emplea en terapias para que le quiten los miedos y resulta que cuanto más lejos estas de ellos es cuando el riesgo de tener que enfrentarlos aumenta. Tanto tiempo preparando todo esto y resulta que no hace falta ir muy rápido ni volar alto, sólo con esconderte en un rincón y esperar tranquilo puede que así llegues donde nunca alguien de tu especie lo había echo antes.
Soy plenamente consciente de que no soy un emprendedor al acometer un viaje como este, que ya muchos otros lo han hecho gracias a sus conocimientos y capacidades, tampoco soy el primero que usa el dinero como billete para conocer cómo se ven las cosas desde arriba, desde muy arriba... pero si que soy pionero en hacerlo por un motivo más allá de lo que se puede razonar o de lo que se obtiene por dinero.
Al parecer nadie cree que plantee mi viaje como una vía de escape al silencio que empezó a rodearme, mis cheques eran sonrisas en boca de otro y mis acciones sólo parecian servir para demostrar a mis colegas que la soledad es el dinero que no se invierte en evitarla. Cansado de conciertos enormes y violines gigantes sólo pensaba en huir de aquellos inmensos viajes que sólo me movian en horizontal, descubrí que ir en paralelo con respecto a la tierra no merece la pena, así te mantienes siempre igual de lejos, o igual de cerca. Están en todas partes...
Así que abrí los bolsillos y dejé caer el dinero en montones enormes, ojos como platos veian aquello como maná de última generación. Monedas de plástico, papeles con valor infinito, convierten a un hombre tan miedoso como yo en la máquina perfecta que toda empresa de ingenieria envidia. Tan sólo un pero, mi temor por los roedores, "allí en el espacio no suele haber muchos" comento uno de los encargados de llevarme a mi destino.
No es frustración lo que me lleva a escribir estas palabras, yo no cerré las puertas ni me aseguré de hacerlas estancas. La mayor empresa del mundo se debe responsabilizar de tener la mayor seguridad posible, eso nadie lo duda.
Lo que si me incita a contarles esto es la petición que les hago de que me devuelvan todo el dinero que empleé para conseguir este, mi sueño.
Vean esta fotografía por favor.
Y ahora adivinen a qué se deben esas caras, ciertamente comprobaran que mi rostro no indica en esta imagen alegría o gozo alguno. En casos como este prefiero encoger bien las extremidades y fruncir el ceño.
A mi compañero al parecer le generan ganas de gritar, creo casi con toda certeza que él también es de los que piensa que aquí, en el espacio, no suele haber muchos roedores...
El turista espacial estadounidense Gregory Olsen (izq), acompañado por el tripulante ruso de apoyo Sergey Kostenko, se prepara para participar en un viaje espacial en un modelo de cápsula espacial Soyuz-TMA en el centro de entrenamiento para astronautas de Gagarin, cerca de Moscú. Olsen, un millonario estadounidense, se convertirá en el año 2006 en el tercer turista espacial. (Foto: EFE)
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