- No hasta que por fin me haya mordido.
Mi padre se marchó con un comentario semejante a este. Orgulloso se dejó coger y no volvimos a verle, cumpliendo así seguro su simple misión.
Todo un héroe.
Ahora, qué bien, soy el siguiente.
Siento un hormigueo incómodo en el estómago mientras espero mi turno acurrucado en el fondo del recipiente metálico.
Los demás me observan, respetuosos, pues admiran el sacrificio. Sonrío al pensar que no seré el último.
De golpe se abre la tapa y cierro los ojos.
Descubro que soy un gusano.
Por fin me toca pescar.
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