Abrumado por tanta responsabilidad, el animal había huido. Con el susto aún en el cuerpo la niña se levantó y comenzó a sacudirse del vestido las hojas secas que se habían pegado a él. Echó un vistazo alrededor y, tras recoger la cesta del suelo, volvió sobre sus pasos para buscar las piezas de fruta que se habían caído durante la persecución. Una vez comprobó que las había recuperado todas dibujó en su rostro un gesto de satisfacción. Pensó que amenazar al lobo con escribirle un cuento había sido una buena idea. Como también lo fue coser una caperuza roja a aquella capa que una vez le regaló su abuela.
"El tipo que escucha" en "Radio Taraská" (RNE3)
Hace 15 años
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