Aquel niño era yo.
Tiene mis manos, mis ojos y mi pelo revuelto. Copió mis palabras y me robó la forma de andar. Me quitó las ganas de comer chucherías y se llevó la paga que ya nunca me dan. Me robó los sueños y sus juguetes eran antes todos mis premios.
Estoy cansado del sillón, de la sopa más fría y las caricias que sobran. Yo quiero lo mío pues parece que ya no me toca.
Apago las luces y cojo mi almohada. Mi hermano dormido no es más que una copia.
Cuando termine de hacerlo no será más que otra triste historia.
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