Llovía afuera y yo sin paraguas, tiritando de frío, caminé entre la cortina de agua intentando no perder el equilibrio bajo aquel manto intermitente. Me detuve frente al abismo y percibí el susurro del viento haciendo caricia sobre mis labios.
Grité su nombre.
Grité el nombre de todos los que me habían llevado hasta ese lugar y dejé que su sonido se diluyera ante mí hasta desaparecer.
Después guardé silencio y miré hacia abajo, calculando una caída infinita ante unos ojos que parpadeaban miedo.
Empapado hice un gesto de despedida.
Y salté.
Gané la apuesta.
La piscina recibió un niño y en cambio devolvió un hombre.
2 Respuestas:
Buen texto.
Un saludo
EL abismo no estaba fuera si no que lo llevabas contigo. Tu lo creaste y tu liaste con él.
FUera solo había tranquilidad.
Me alegro de que ganaras.
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