- El asesino estornudó antes de disparar, seguro – terminó el testigo.
- No hay más preguntas señoría – dijo el abogado defensor dándose la vuelta.
El juez leyó lo que había escrito, recapitulando en silencio, y señaló al sospechoso para que subiera al estrado. Éste era un joven de pelo muy corto, como los soldados, que se sentó cabizbajo a su izquierda.
El fiscal extrajo una bolsa del interior de su maletín y se la dejó delante.
- ¿Sabe qué es esto?
El “soldado” miró extrañado el plástico.
- No – contestó.
- Es un pedazo de la camisa del hombre al que disparaste.
- ¡Retire eso de mi vista! – gritó el juez.
- Lo siento señoría.
El fiscal, al reintroducir la bolsa en su maletín, rasgó sin querer el plástico dejando sobre las rodillas de la viuda el pedazo ensangrentado de tela.
- Perdone – dijo apurado.
- ¡¡Achís!! – respondió ella.
5 Respuestas:
Pobre joven... ya lo condenaron sin ver que no era él el que estaba resfriado....!!!
¿Hubo suerte con éste, en el concurso, Alberto? No está nada mal, y las palabras a usar se las traían...
Un abrazo.
Que mala la mujer... y que bueno el fiscal...
Ya me he leido tu libro "el tipo que escucha".Felicidades. Me ha gustado muxo, describes muy bien las situaciones sin llegar a cansar. hay escritores que para mi gusta se exceden a la hora de describir y o eres un gran apasionado de la literatura o te cansas de leer y dejas el libro... Eso en tu caso no pasa
Si me tuviera que quedar con un relato me quedaria con el 2º el del Vagabundo, y por su puesto con el ultimo...
Un saludo
(Gracias a todos por vuestros comentarios.
Encarna: me alegro de que te haya gustado. Agradezco tus palabras, van a pensar que te pago para hacerlo...
Un saludo.)
¡Jesús!
;)
Besicos
Publicar un comentario