- Le cobran en aquella fila de la izquierda, si no le importa.
Y no le importó. Entre la muchedumbre era uno más entre muchos. Avanzó con el pedazo de carne secándose entre los dedos y la paciencia al límite. Llegó su turno y entregó el bono para la ración; el último del taco que le dieron al entrar.
- No tengo más – dijo al soltarlo.
Abandonó la línea preocupado por conseguir nuevas raciones y decidió cambiar de nombre para probar en la fila de la derecha, la de las estrellas amarillas.
En aquellas circunstancias lo más lógico era llamarse Abraham.
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