Ligero, para levantarlo sólo con la fuerza de un hombre. Liso y sin brillo, sin reflejos. Ángulos rectos que encajaban unos con otros haciendo ver un continuo de metal. Hermético, con válvula de vacío. Silencio inabordable en el interior y un cómodo revestimiento para disfrutar de un aire depurado cada seis horas mediante flujo de Bernouilli.
Las llamas lo envolvieron incapaces. Quedó intacto.
El ingeniero de la NASA hizo un gran trabajo con su ataúd.
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