El Lucas y Donald son buenos amigos. Hablan de sus cosas, se entienden, el ying y el yang para las carcajadas. De vez en cuando salen de copas y se pillan un pedo con Claudio, Taz y ese lindo Gatito. Se tiran sobre la barra del bar más oscuro, el que recuerda a un plató vacío, y le piden una copa bien cargada al último extra de la noche. Charlan, a su manera, de lo injusto que ha sido el progreso poniéndoles las tres dimensiones, la silicona y todas esas chorradas que embotan la mente. Ellos no odian a nadie, no pueden. Tienen o la cara de tonto o la cara de gilipollas y quedan fenomenal bajo la suela de los zapatos. Si fueran libres odiar tan sólo sería el principio. Hoy tienen un colega nuevo en la banda. A ellos no les gusta denominarse de este modo, pero desde lejos o son un borrón o están ahí para planear algo. Cuando se abre la puerta del garito hacen un gesto. El Lucas y Donald escupen haciendo que el camarero sonría recordando la infancia. El nuevo, de color rosa y cinco puntas, se acerca dando saltitos como si estuviera haciendo una carrera de sacos. Los cinco mueven la cabeza, le dan la bienvenida y él pone un tentáculo sobre la barra. Antes de abrir la boca comienza a llorar y en menos de un fotograma descubren un pedazo de esponja pegado a otra de sus patas. El sonido de una sirena les hace pensar que el imbécil no pudo aguantarse las ganas.
"El tipo que escucha" en "Radio Taraská" (RNE3)
Hace 15 años
2 Respuestas:
Pues parece que pasó algo, un asesinato, pobre... ¿Bob Esponja? No quiero ni pensar cuando mi sobrinita se entere.
Como siempre me ha resultado muy ameno leerte.
Gracias Yashira.
Nos leemos.
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