Mi marido no estaba loco. Hablaba mucho, bebía agua y le gustaba pasear en el parque a media hora de casa. Iba hasta allí en su coche y hacia el camino de vuelta dando un paseo. Al día siguiente hacia lo mismo al revés, rebobinaba constantemente los recuerdos. Su mayor enemigo era la página en blanco. Después de aquel libro, del de los premios y las radios, me dijo que otra novela sería un regalo. No estaba loco. Le aseguro que no esperaba algo así. Dedicó su vida a encontrar otra idea. No necesitábamos mucho pero él era menos él cuando no escribía. Los derechos de autor nos permitían vivir tranquilos, ese no era el motivo. De vez en cuando llegaba una invitación para una charla y pedía casi nada a cambio. Le encantaba charlar y cobraba un par de botellas de agua. Ya se lo dije. Si le han encontrado así es porque tocaba. Cuando se marchó dejó una nota junto al cuaderno. La idea para la novela le había llegado de golpe, como un fogonazo, y tenía que irse a por ella para que no escapara. Sí, dijo eso, para que no escapara. Fuimos felices. Tenía que dejarle ir. Entiendo que todo sea extraño pero él era escritor. Él me hablaba de todo lo que al resto nos pasa desapercibido. No, no puedo estar triste. Me pondré el abrigo, parece que hace frío. Nos quisimos. Tengo que coger las llaves del coche. Deseo volver a verle, por supuesto, pero no me apetece regresar andando.
"El tipo que escucha" en "Radio Taraská" (RNE3)
Hace 15 años
1 Respuestas:
Una mujer muy comprensiva... Tenía suerte el marido, vamos que vuelve y lo está esperando...
Sólo que debería venir andando, claro,
Un saludo,
Publicar un comentario