Pablo, con las gafas de pasta sobre la mesa, sonrió por primera vez a su hermana. Llevaba unos días subiéndolo todo a la nube. Empezó por las fotos y el servidor, muy amable, le duplicó los gigas para que siguiera protegiendo sus recuerdos. Ahí Pablo dudó, como el que no sabe si probar una comida picante. Empezó con los archivos fundamentales y después, vista la acogida, con los correos electrónicos y el diario lleno de mentiras que empezó hace unos años. Se hizo origen de un torrente de bits hasta que toda su música quedo ahí entre los pájaros. Después recibió un mensaje en el que se le premiaba con una capacidad de almacenaje infinita. “Puede subir hasta los muebles” le comunicaron desde una dirección IP encriptada. Empezó por el flexo de la mesilla de noche. Luego la propia mesilla y así hasta dejar su dormitorio vacío a excepción del escritorio sobre el que siempre estaba encendido su ordenador.
Su hermana entró sin avisar, como de costumbre, para darle una colleja y quitarle unos euros antes de huir de marcha. No esperaba la habitación hueca y con la sorpresa apenas pudo hablar.
- ¿Estás de coña?
Él, manteniendo la sonrisa, se introdujo el cable en la boca y, tras ponerse las gafas, pulsó "Aceptar" en la pantalla. Sintió un hormigueo en los pies y vio cómo ella trató de cogerle, a punto también de escapar.
2 Respuestas:
Me ha encantado!
Gracias Gonzalo!!!
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