Miriam arrugó en sus manos el garabato ilegible que había dibujado. Lo apretó muy fuerte entre los dedos, para que no pareciera nunca más un papel. A continuación lo lanzó en el interior de un cubo lleno de pintura roja. Sin perder tiempo introdujo el brazo hasta el codo y lo sacó de allí. Lo bañó después en pintura azul. Negra. Blanca. Amarilla.
Lo dejó secar. El garabato convertido en bola convertido finalmente en algo irreconocible.
El día de la inauguración Miriam, bajo las luces, estaba radiante.
Entre sus manos un garabato escrito sobre papel de moneda.
La firma ilegible del que compra arte cuando ciertamente no tiene ni idea.
"El tipo que escucha" en "Radio Taraská" (RNE3)
Hace 15 años
0 Respuestas:
Publicar un comentario