- ¿No le regalarías también el collar? – le dijo con mirada cómplice.
El hombre disimuló su duda detrás de una sonrisa. Por un lado sentía un peso aterrador en el bolsillo de su pantalón, su cartera parecía obligarle así a dar a un paso atrás, tiempos de crisis. Por el otro sentía un deseo terrible de sacar la tarjeta y gastar su dinero en hacerla feliz.
- Aterrador y terrible – respondió abandonando después la tienda a la carrera.
Le vio alejarse a través del cristal del escaparate y guardó, sorprendido, el anillo en su caja.
Aterrador.
El dependiente, sin venta.
Terrible.
El novio, sin ganas.
- Aterrador y terrible – respondió abandonando después la tienda a la carrera.
Le vio alejarse a través del cristal del escaparate y guardó, sorprendido, el anillo en su caja.
Aterrador.
El dependiente, sin venta.
Terrible.
El novio, sin ganas.
1 Respuestas:
Aterrador y terrible, sí.
Sobre todo, la desgana. Que pese más la cartera que la felicidad.
Aunque si la felicidad depende de un anillo... chungo también. No debieran ser necesarios para nada.
Total, que me estoy haciendo un lío. Ya no sé si es terrible que no lo comprara. Creo que no.
Un beso.
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