- Lo mejor sería ir a por el destornillador – soltó.
La mujer parpadeo un par de veces y salió del cuarto sin decir palabra.
Atravesó deprisa el pasillo revelando en su caminar las dudas que le asaltaban tras aquel comentario, como si quisiera andar y quedarse quieta al mismo tiempo.
Se detuvo ante el mostrador y dijo tímidamente lo que necesitaba.
- Quiere el destornillador.
El hombre asintió y le dio uno pequeño de estrella. Al cogerlo no pudo evitar la pregunta.
- ¿Para qué lo necesita?
- Supongo que para apretar un tornillo – le dijo.
Después regresó al cuarto, sin titubeos, para entregar la imprescindible herramienta al psiquiatra.
La mujer parpadeo un par de veces y salió del cuarto sin decir palabra.
Atravesó deprisa el pasillo revelando en su caminar las dudas que le asaltaban tras aquel comentario, como si quisiera andar y quedarse quieta al mismo tiempo.
Se detuvo ante el mostrador y dijo tímidamente lo que necesitaba.
- Quiere el destornillador.
El hombre asintió y le dio uno pequeño de estrella. Al cogerlo no pudo evitar la pregunta.
- ¿Para qué lo necesita?
-
Después regresó al cuarto, sin titubeos, para entregar la imprescindible herramienta al psiquiatra.
1 Respuestas:
Pásame ese destornillador, que necesito aflojar-¿me?- algunos tornillos.
Recuerdos desde Ítaca.
Espero tu estancia en el laberinto sea interesante. Si lo sabes utilizar, el hilo te enseñará el camino -si es que quieres encontrarlo-.
Yo por mi parte siento cierta curiosidad por el minotauro... puede que me adentre en este laberinto para medir mis fuerzas.
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