- Es un pacto de caballeros a celebrar con gaseosa. Sin recibo ni pistas para el juez – murmura Manuel.
El frío perfila los cuerpos. Siente como late alrededor el nervio de los que buscan con él la victoria mientras esperan en el banquillo.
Alguien le toca en el hombro y la cara del utillero le sorprende con un gesto que dice “es tu turno, prepárate”.
Corretea encogido junto a la línea de cal. Suena el silbato y salta al terreno de juego.
La gente grita su nombre y, por un momento, vuelve a ser ese jugador sin deudas que nunca decepciona.
Cuando se quiere dar cuenta está dentro del área, pegado a un contrincante.
Manuel estira la pierna temiendo lo que puede ocurrir segundos después.
En una habitación de hotel un niño murmura ante la televisión
- Era un pacto de caballeros.
Abre la gaseosa.
Ya puede beber.
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