- Pedro está muerto porque no nos lo merecíamos.
El padre delante de las cenizas de su hijo, entre lágrimas que no apagan el fuego que se llevó su cuerpo. Todo silencio, todo cielo negro bajo nubes grises sobre horizonte oscuro. La madre y el padre de la mano, como dos niños con miedo a separarse, abandonan el cementerio. Nadie alrededor, sin familia. Nadie salvo la vecina del bajo que lleva la foto del crío de ojos azules con padres morenos y de ojos negros.
El pueblo les ve pasar con las ventanas cerradas. Casas que son tan solo fachada como muestra de desdén. Cuando llegan al parque los niños dejan de correr tras la pelota y el grupo de viejos detiene su cháchara incontrolable. Ellos caminan sin detenerse hasta girar en la esquina del bar. Encaran la calle que desemboca en su salón vacío. Al pasar junto a la pescadería una de las vecinas salta desde la puerta y se les queda delante. Les corta el paso.
- Pedro está muerto porque no os lo merecíais - suelta con rabia.
Los padres bajan la cabeza y siguen caminando. Abren la puerta y se abrazan en el pasillo. El hombre deja las llaves y abandona la cartera sobre un mueble en la entrada.
- Te dije que no nos lo merecíamos - susurra a su mujer -. Todo el pueblo lo sabe, nunca debimos comprarlo.
2 Respuestas:
Una historia muy de actualidad, terrible. hace poco leí la entrevista de unos padres que habían comprado a su hijo y se les había muerto en un incendio a los 14 años. Tu relato me ha recordado esa dura historia.
Manu, está basado en esa historia.
Un saludo.
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