Paseando por la calle con dos de mis personajes, el "niño fantasma" y el "viejo boina verde", mantenía yo una conversación de los más interesante. Discutíamos, sin llegar a los párrafos, sobre la necesidad de una frase, un origen, para plantar un relato (micro o macro) sobre la pantalla del ordenador. Los dos me daban consuelo como padre de un vicio insano. El niño, siempre ondulante, me comentó entre susurros que lo de buscar no están fácil cuando lo haces como yo, al tún-tún, a ver si la flauta suena. Él, habituado a los escritores fantasma, tiene claro que a veces nos quedamos sin música. El viejo, más hábil, más repensado, recalcó que encontrar es darte cuenta de algo que no ha pasado. Escribir es adivinar el futuro que no están buscando. En esas estábamos, discusión de alto nivel, cuando me dejaron solo. Bastó que me cruzará con el primer obstáculo de carne y hueso que me dijera algo. Abandoné la charla mental como el que despierta con una hostia. El hombre hacia ondular un pañuelo blanco a unos metros. Delgado, pantalón pitillo, marca paquete. La espalda como una ese itálica, afrontando la acera de costado, haciendo un eje con la boca para citar al morlaco. Sonido de timbales y paseillo hasta quedar tan cerca como para ducharme a base de lardos. Me prometía las dos orejas a cambio de su historia. Un viejo torero, ya pobre, cliente de ricas muy putas como las hay en todos lados. En cuanto saqué la libreta el viejo y el niño, los muy cabrones, se descojonaron.
"El tipo que escucha" en "Radio Taraská" (RNE3)
Hace 15 años
2 Respuestas:
Me encanta el final, se descojonaron,jaja no he podido evitar verlos riéndose y me ha encantado, supongo que ya sabían antes que tú lo que pasaría,
Me ha encantado todo el relato, aunque me haya centrado en el final, es que ha sido por lo que yo también me he reído,
Saludos,
Gracias Yasira.
Un saludo.
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