- ¿Hola?
- ¿Sí?
- ¿Hablo con Sandra?
- ¿Cómo?
- ¿Cuanto por una mamada?
- ¿Perdona?
- Que cuanto cobra por una mamada...
- ¿Quién llama?
- Un cliente.
- ¿Qué?
- ¿Un cliente de qué?
- Pues de que va a ser, un cliente.
- Creo que se ha equivocado.
- ¿Usted no es Sandra?
- No.
- ¿Y quién es entonces?
- A usted qué le importa.
- ¿Es un hombre?
- Sí.
- Vaya, nunca lo he hecho con un hombre.
- ¿Cómo?
- ¿Es más caro?
- Creo que se está pasando. ¿Cómo ha conseguido mi teléfono?
- Pues mirando en los anuncios del periódico.
- ¿Me está vacilando?
- No, de hecho lo tengo aquí delante. No se crea que me he aprendido su número de memoria.
- Joder.
- ¿Te leo el anuncio?
- Sí.
- Escucha: "Me llamo sandra. Soy cariñosa, fuerte y caliente como el fuego. Sonrío en tu boca mientras busco entre mis dedos el premio de tus gemidos. Llámame, si te atreves". Después viene tu número.
- Ya.
- ¿Entonces no me dices cuanto cobras?
- Le repito que yo no soy Sandra. Soy padre de familia. Si no cuelga le denunciaré a la policía.
- Pero le pagaría bien, soy millonario.
- Claro.
- Que si joder, yo esto lo hago por vicio. Me cansé de mi mujer y en gente como tú encuentro el morbo.
- Ya.
- Te daré lo que me pidas. Seré discreto.
- ¿Cuanto?
- Lo suficiente como para que te vayas de vacaciones con la familia.
- Somos muchos.
- Da igual Sandra, seguro que tienes de sobra.
- No me llame Sandra.
- Lo siento. ¿Cómo le llamo entonces?
- Por ahora de ninguna manera.
- Bueno. Entonces ¿cuanto quiere cobrar?
- Espere un momento, tendré que pensarlo.
1 Respuestas:
Que bueno, me has arrancado una sonrisa, por otro lado triste que me ria al comprobar que "Poderoso caballero don dinero".
¡Abrazos!
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