Oí el grito mientras cerraba los ojos, era un sonido extraño, no decía nada, no pedía, sólo me hizo separar muy rápido mis párpados, levantarme de la cama con un golpe de brazos, un salto que me llevo delante de la ventana de mi cuarto. Fuera, la noche barría lo poco de luz que aún quedaba, las calles vacias dejaban paso a los pensamientos que vienen luego, al paseo de lo que por allí estuvo no hace mucho.
En el extremo de la calle, junto a un enorme cubo de basura, una masa informe permanecía inmóvil, sobre ella vi a una chica de pelo rizado que entre sus manos sostenía lo que parecía ser un periódico. Un pedazo de papel que oscilaba de un lado a otro para volver de nuevo a sus manos, sin llegar nunca a caer al suelo.
Esbocé una duda en mi cabeza, demasiado tarde para que algo así pudiera ser cierto, en las calles vacias nadie se sube sobre un montón de ideas oscuras mientras se detiene a leer el periódico, ¿para qué?.
Me dí la vuelta y volví a la cama, me tapé la cabeza con las sabanas y cerré los ojos, quizá en otro lugar, puede que en otra calle, alguien sueñe con una mujer de pelo rizado y periódico de color blanco.
Sueño que uno no quiere pensar como cierto, pues no siempre ojos que ven implican un corazón que siente.
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