El escritor, delante de un vaso de whisky, helado de frío y sin agua corriente observa indefenso cómo le quitan también la luz.
La televisión, ya muda, deja de escupir sus matices multicolor, la vida en imágenes que nutría la mente yerma del artista sobre blanco.
- No valgo para nada sin la vida que no vivo- lloriquea.
El escritor suelta un bang! de juguete apoyando su índice sobre la frente.
El suelo se llena de tinta hasta confluir en un charco negro que visto de lejos, desde la tranquila pausa del que lo sabe todo real, asemeja un pequeño, diminuto, punto y final.
2 Respuestas:
Muy bueno, me ha encantado.
Saludos
Si es que el duende malo siempre acecha,hijo... y todo nos parece tan malo!
Besicos
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