Terminada la función el "Chispiroso Robin" abandonaba la pista central con un par de tropiezos y toques de claxon. Los críos saltaban de sus asientos muertos de risa. Robin, Roberto para los adultos, cruzaba los barracones, las jaulas y la maquinaria de los trapecistas como un rayo hacia su camerino. En el circo era familiar su costumbre tras la función, huir hacia el espejo para quitarse el maquillaje. Era una payaso reconocido en el mundo y su sonrisa rota por un rayo verde había sido le envidia en todos los festivales. Chisporoso por su capacidad de soportar los calambres y Robin porque de pequeño su madre quiso hacerle inglés donde no le llegaba ni el nombre.
Roberto cerraba la puerta de la carabana por dentro. Persianas bajadas, poca luz y todo listo para la catarsis. Se ponía delante del cristal, cogía algodón y encendía un par de bombillas. Después pensaba en algo alegre, algo que le hubiera resultado un éxito en escena. Así, en cuanto empezaba a llorar, desaparecía el personaje.
2 Respuestas:
Hola alberto me ha gustado mucho tu relato sobre chisporoso robin es muy ingenioso... tienes mucha imaginación sobre todo me ha gustado el nombre del payaso... vaya imaginacion que tienes...robin por su madre quererlo hacer un poco inglés es buenísimo... un saludo, Encarna
Si es que los payasos son así de sosos :)
Besicos
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