Calor en el aire y no imagino cómo será sobre la arena. Se tiran desnudos, despidiendo un olor extraño y llenando su cuerpo con una crema blanquecina. Algunos corren, otros se mantienen tirados sobre un pedazo de tela multicolor. Son un un buen objetivo. Si paso cerca me señalan, con la boca abierta. Más de uno se ha llevado un trozo de mierda sobre los labios.
Esta mañana me apetece desayunar fuerte. El resto prefiere la comodidad de la roca y el golpeteo del oleaje. Que la naturaleza haga su trabajo. A mí me pone la aventura. El vuelo rasante, el paseo por sorpresa y esas cosas. Después de unas cuantas vueltas creo que ya he localizado dónde realizar la parada. Siempre es mejor un grupo de mujeres. La comida abunda alrededor, ellas dan alimento a la manada. Están todas tiradas boca abajo, con una cosa abierta delante que parece entretenerlas. Hablan entre ellas sin levantar la mirada. Siendo rápida podré llevarme lo que quiera. Para descender utilizaré el aire caliente, vueltas sobre sus cabezas para que los de alrededor admiren mi belleza. Lo bello levanta menos sospechas. En cuanto toque la arena tendré unos segundos para coger alimento y puede que a la sombra encuentre una de sus crías.
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