- ¡Aquí estás!
Al principio era una broma. Una apuesta entre amigos que sale bien y convierte todo en maravilla.
- ¡Te pillé!
Líder en ventas, líder en paso de páginas sobre sillas de madera. Habitante de papel en todo tipo de salas de espera. Sin letras y producto de un libro.
- ¡Lo sabía, tenías que esconderte ahí detrás!
Después el mundo por montera. El primer mochilero en la metáfora del planeta saturado de humanos.
- ¡Por fin!
Pero las cosas cambian.
- ¡Ya te tengo!
El tiempo, las ganas de desaparecer, la necesidad de estar sólo. Cambiar de aires y cambiar de ropa.
- ¡Por tu culpa me di cuenta de que necesitaba gafas!
Esclavo de un tipo de ropa y un tipo de vida. Sin paredes en casa, toda una vida a disposición de otro, siempre bajo la yema de un dedo.
- ¡Anda que no me has hecho sufrir!
Asqueado por el olor de los cuartos de baño y el estreñimiento mental. Cansado de los tiempos muertos. Aburrido de no tener ni un segundo para revisar la mochila y cambiar su contenido.
- ¿Y este es Wally? Qué curioso, nunca me lo habría imaginado tan cerca de un precipicio.
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