El robot cirujano Ax 3.0 abre el estómago del hombre sobre la mesa. Escucha un pitido incómodo, intermitente, mientras el pequeño cilindro anestésico parpadea liberando gas en pulsos hasta lograr que el sonido cese. La mano metálica se empapa en sangre hurgando entre los intestinos. Gracias a la temperatura del metal en sus manos Ax 3.0 logra una hemostasia perfecta en cada vaso roto. Nada escapa a su mirada microscópica. El paciente mueve las piernas y la enfermera NanyXS inyecta en una de las venas un fármaco para que todo vuelva a la calma. Ax 3.0 continua atravesando intestinos hasta llegar al riñón izquierdo. Huele a pollo asado mientras derrite la grasa en la cápsula del órgano. De uno de los dedos surge una pequeña aguja que toma una muestra del enorme tumor que deforma la cúpula del riñón. La muestra viaja de la punta metálica al pecho del Ax 3.0 que transforma el tejido en un diagnóstico, un pronóstico y un tratamiento. Extrae el riñón colapsando arteria y vena con sus cuatro dedos al rojo vivo. El robot tira el órgano a la basura sin levantar los tres ojos de cuarzo de la mesa de operaciones. Cierra por planos a gran velocidad y sutura la piel con un láser rojizo que apenas deja cicatriz. Ax 3.0 se endereza y emite un ronroneo metálico. El cilindro anestésico ocluye la espita de salida, el sedante deja de salir a través del tubo. Pasan unos segundos y el pitido incómodo regresa acompañado de dientes de sierra sobre el pecho de NanyXS. Los androides se deslizan hacia atrás para separarse de la mesa de quirófano. Del techo desciende una esfera negra que atrapa por el abdomen el cuerpo ya flácido. El quirófano pone en marcha el sistema de lavado mediante autoclave en cuanto los robots se apagan. Al otro lado de las paredes de plomo se escucha algo parecido a un grito cuando Ax 3.0 comienza a gotear.
"El tipo que escucha" en "Radio Taraská" (RNE3)
Hace 15 años
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