La madre, abrigo hasta los labios y guantes de lana, camina por la calle seguida de cerca por su hijo. Una marea de desconocidos sale y entra de las tiendas en un flujo que no puede ser casual. El cielo, negro al cumplir su trato diario con el Sol, crea un fondo perfecto para las miles de luces que brillan sobre la calzada. De fondo el sonido de los coches y el run-run de los villancicos. El niño se detiene. No señala una tienda, no hay escaparate en su horizonte más allá de un abrigo de piel con sonrisa extraña. Permanece inmóvil y puede ver cómo se aleja su madre. Siente que se diluye mientras es golpeado por los viandantes descuidados. Se convierte en partícula invisible cuando su madre echa la mano atrás para agarrarlo y descubre que no está a su lado.
La madre se gira y tanto desconocido, tanta luz, se le hacen combate de boxeo contra los párpados. No puede encontrar lo que busca. Comienza a decir un nombre y la gente se gira como si escucharan a una loca pidiendo un regalo extraño. La madre mira al centro de la calzada, busca en la acera, y todo alrededor se hace navidad terrible. El niño se deja llevar por otra madre que le tapa la boca mientras la suya comienza a buscarlo.
0 Respuestas:
Publicar un comentario