En verano, calor, sudor sobre las sábanas. Después del trabajo, café amargo y papeles incomprensibles sobre la mesa. En verano, a través de la ventana, con los ojos cerrados, la noche con el ruido del cine al aire libre como banda sonora. Explosiones para una taquicardia, conversaciones que no se entienden pero buscan significado con sílabas extrañas . Unos segundos de silencio, final de la película y el ruido de la discoteca. Las niñas pidiendo agua y mi mujer pidiendo tregua. El boom-boom de los altavoces haciendo palpitar las paredes. Cansancio extremo, calor extremo y muchas vueltas contra la almohada. Las horas perdidas hasta la madrugada. El cierre del bar de copas, los gritos de un par de putas. Mi mujer despierta, yo despierto, los dos escuchando la vida en la calle a las tantas. Se escuchan los pájaros y, a lo lejos, tememos la llegada del camión que remueve la arena de la playa. Ya queda menos para el sol, para la luz, para que acaben esas horas que no valen para nada. Y oímos gritos, un par de golpes y caímos dormidos apenas dos fases REM. Se abre la puerta del cuarto y aparecen la mayor, la pequeña y una de las muchas medianas. Ya es de día, tenemos hambre, qué hay de desayuno esta mañana. Nos hacemos los dormidos, los casi muertos. Vivan las vacaciones. Descansar, no hacer nada.
"El tipo que escucha" en "Radio Taraská" (RNE3)
Hace 15 años
0 Respuestas:
Publicar un comentario