El mimo, el malabarista, el gafapasta y la chica con rastas detienen su vehículo bajo el rojo del semáforo. Detrás de ellos se amontonan, lentamente, coches de cartón, un par de bicicletas y una multitud de artistas que viajan gratis sobre patines de un lado a otro de la ciudad. La calle (son las once de la mañana) está casi vacía y los diferentes puntos de encuentro mantienen el bullicio de ideas que suele acontecer a esas horas. Entre la gente que cruza el paso de cebra destaca un ejecutivo de traje oscuro, corbata negra y camisa a rayas claras. Los caminantes, enfrascados en la lectura, evitan tocarle con giros bruscos disimulados. El ejecutivo activa su reloj de oro y deja el maletín en el suelo antes de comenzar el espectáculo. Se sitúa en el centro de la calzada, delante los que esperan la luz verde, y extrae un montón de folios de su maletín, una carpeta, dos bolígrafos y un teléfono móvil. Tras una reverencia comienza a escribir números mientras calcula como una bestia y pasa hojas como un loco. Grita "¡Compra!, ¡Compra!" al teléfono mientras convierte las venas de su cuello en un árbol que sacude las ramas. Al sonido de la alarma del reloj se detiene, estira la corbata, guarda las cosas y repite la reverencia. Después abre las manos y se dirige hacia el mimo (que se mete en su caja de cristal invisible), el malabarista (que lanza al aire el monociclo mientras da un salto), el gafapasta (que abre un cuaderno para escribir dos líneas) y la chica con rastas (que saca un diábolo).
El semáforo pasa a verde y abandonan al ejecutivo en el centro de la calzada. Los coches eléctricos, los patines y los monociclos se deslizan a su lado. Él regresa al paso de cebra y se apoya en una farola pensativo. Puede que sea el momento de cambiar el espectáculo.
1 Respuestas:
Habilidoso para crear efecto el corredor de acciones.
Como hay gente así.
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