A pesar de todo fue espectacular.
Hacia tiempo que no lo pasábamos tan bien en la barbacoa. Qué buen tiempo, qué buen ambiente y qué buena estaba el agua. Todos ahí, en la piscina, jugando como cuando éramos críos. La torpeza del que no hace pie frente a la desventaja del que está en el equipo con más chicas.
Francisco ha roto los esquemas con esto de la quedada. Mira que había pasado tiempo pero como si nada.
Después del baño, en realidad mientras nos estábamos dando una paliza bajo el agua, ha preparado la mejor carne a la brasa que ninguno ha probado nunca. Deliciosa, goteando salsa barbacoa y miel con mostaza en cada bocado. Sazonada en su punto y acompañada por un brebaje morado que parecía sangría pero que dejaba un punto agrio en la lengua digno de recordar.
Hemos comido como verdaderos energúmenos.
A continuación la copa de rigor, porque ya somos adultos, y unos cigarrillos para hacer repaso a esas anécdotas que tan bien queda contar cuando aparecen las canas.
Con la noche nos hemos ido marchando en un constante "hasta luego" que ha dejado semilla para el año próximo. Yo me he quedado el último para recoger con él, que menos para agradecerle todo. Cuando terminamos le dí la mano, después un abrazo, y cogí los restos de comida para tirarlos a la basura. Francisco me devolvió una sonrisa, sin decir nada.
Al cerrar la puerta de metal descubrí el cartel de cuidado con el perro. Ni un ladrido. Después se me rompió la bolsa de plástico y puse todo el suelo perdido de huesos.
3 Respuestas:
Espectaculares son tus letras.
Un saludo.
Gracias Javier.
Eres de complice de asesinato... donde está el perro?
Un saludo, Encarna y sus compis
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